miércoles, 26 de septiembre de 2012

La Deuda

Las cosas no pueden ir bien cuando debes dinero a una prestamista de la mafia Rusa.


Había acabado el plazo y sabía lo que tenía que hacer. Irina forma parte de una familia de origen ruso y, entre otras cosas,hacen de prestamistas. Ella misma había sido quién había conseguido el dinero para Jennifer, una conocida del barrio con la que había salido de fiesta algunas veces.

A Irina no le gustaban esas cosas. Su familia se había enfadado con ella por haberse dejado engañar. Llevaba tiempo buscando a Jennifer, al principio no pensaba mal pero, con el paso de los días quedó claro que Jennifer la estaba evitando y no le quería devolver el préstamo. Aquello hizo enfadar a la rusa pero, tenía claro que conseguiría el dinero.

Jennifer disfrutaba mientras su marido la penetraba con su polla dura y caliente. Jennifer se concentró y disfrutó de cada segundo de placer. Jonathan era un hombre caliente y sexual pero, solía acabar rápido por ello, ella se concentraba en disfrutar de cada momento.

Jonathan tenía a su mujer apretada contra su cuerpo mientras la perforaba con placer.

-¡Oh si nena!-

-¡No pares, sigue, sigue...!-

Jonathan notó como llegaba el momento y se corrió, Jennifer no había llegado, no siempre llegaba. Su marido se derrumbó sobre ella. Había faltado poco.

-Me voy a la ducha- le informó antes de levantarse de la cama.

Jennifer se quedó en la cama y aprovechó ese momento para tocarse y disfrutar.

Irina revisó que la dirección era correcta y accedió a la portería. La escalera era vieja, sin ascensor y con pocos vecinos. Al parecer, Jennifer vivía en el último piso.

Sus dedos jugaban con su clítoris mientras el placer recorría su cuerpo, el orgasmo llegó rápido y potente. No pudo evitar cerrar los ojos y disfrutar de aquel momento.

-DING DONG-

Jennifer se levantó, se tapó con una bata y se dirigió a la puerta. No pudo evitar sorprenderse al ver a la rusa en la puerta de su casa. Le impresionó también la altura de aquella rubia que, calzada con zapatos de tacón le sacaba más de una cabeza.

-¡Irina! ¿que coño haces aquí?- le preguntó de malos modos

-Vengo a recuperar mi dinero- respondió la Rusa mientras apartaba a Jennifer y se metía en la casa.

A Jennifer no le gustaron los aires con los que la rubia había aparecido en su casa.

-No tengo el dinero aquí!- respondió la mujer -vete de mi casa, ya te lo daré en otro momento- agregó mientras mantenía la puerta abierta, invitando a la “visita” a abandonar la casa.

Irina se acercó a la mujer y cerró la puerta a la vez que apretaba a Jennifer contra la pared con su cuerpo.

-No me voy a ir- indicó Irina enfadada
Jennifer se notó pequeña e intimidada por aquella mujer que la mantenía inmóvil contra la pared. Podía notar su cuerpo aplastado, no se sentía cómoda.

-Te daré el dinero cuando quiera- dijo Jennifer enfadada a la vez que empujaba a la rusa y se la sacaba de encima.

Irene sabía lo que tenía que hacer. Rápida se avalanzó sobre la mujer y, ambas rodaron por el suelo luchando por someter a la rival.

Jennifer no tenía miedo, nunca lo había tenido pero...Irina era mucho más fuerte de lo que había calculado. A los pocos segundos Irina había inmovilizado a la morena y la abofeteaba una y otra vez llena de rabia y furia.

-¡Dame mi dinero!- ordenó la rubia mientras golpeaba a su víctima.

Jennifer no podía hacer nada, las largas piernas de la Rusa la habían rodeado y la mantenían indefensa mientras la seguía golpeando.

Jennifer lloró impotente mientras Irina la golpeaba.

La rusa se incorporó y la agarró de la bata, la levantó y la zarandeó. Nunca antes Jennifer se había sentido tan inferior e indefensa ante nadie.

Irina lanzaba su cuerpo una y otra su cuerpo contra el mobiliario. La lanzaba, la recogía, la levantaba y la volvía a lanzar con furia contra el suelo. La bata cedió y se deshizo entre los dedos de Irina, dejando a Jennifer sollozando desnuda en el suelo de su salón.

-Ahora dame el dinero o te reviento- ordenó la Rusa mientras miraba con desprecio aquel cuerpo que se acurrucaba desnudo y tembloroso a sus pies.

Humillada, Jennifer intentó tapar su desnudez y miró con rabia a aquella mujer que, en pocos segundos la había sometido y humillado como nunca.

-¡Jódete zorra! nunca tendrás tu dinero- Escupió Jennifer con odio en los ojos.

Irina, viendo que tenía “trabajo” por delante se quitó el vestido (antes de que se rompiera), quedándose en ropa interior y se lanzó de nuevo contra Jennifer. Consiguió de nuevo, casi sin esfuerzo, inmovilizar a la morosa entre sus piernas mientras retorcía sus pezones, estiraba sus pechos y torturaba a aquella mujer.

-¿¡Qué coño está pasando aquí!?- gritó Jonathan al ver aquel espectáculo en el salón de su casa.

-Suelta a mi mujer zorra- ordenó con rabia mientras agarraba a la rusa del pelo y tiraba de ella, liberando a su mujer.

-¡Dale su merecido a esta puta asquerosa!- gritó entre lágrimas su mujer.

Irina, sorprendida por el ataque no pudo evitar que aquel hombre la inmobilizara bajo su cuerpo. Jonathan tenía la ventaja y había inmobilizado a la Rusa, la tenía cogida de las muñecas, manteniéndola controlada contra el suelo.

-¡Dale su merecido!- gritó Jennifer

-La muy zorra se merece lo peor- agregó -Destrózala y violala, que no quede nada de ella.-

-¿Has oido? ¡eh!- preguntó el marido -Primero te voy a destrozar y luego te humillaré y acabarás chupando mi polla y tragando mi leche- agregó furioso.

Irina escupió algo en Ruso y acto seguido tensó su cuerpo y luchó contra aquel hombre.

Incrédulo, Jonathan fue incapaz de mantener los brazos de la Rusa apretados contra el suelo; poco a poco los músculos de aquellos brazos se hincharon y dotaron a Irina de la fuerza necesaria para contrarrestar el peso de Jonathan.

Él aumentó la presión y apretó los dientes pero, los brazos de la rubia iban ganando terreno poco a poco y, cada vez, estaban más lejos del suelo.

Jonathan apretó con todas sus fuerzas pero estaba siendo vencido por la Rusa. De repente, la rusa liberó sus muñecas con un rápido tirón y rodeó el cuerpo de Jonathan con brazos y piernas, apretó sus dientes y tensó todos sus músculos, constriñendo el cuerpo del hombre que gritó y pataleó pero no pudo liberarse del dolor.

Irina continuó apretando y retorciendo aquel cuerpo durante interminables minutos mientras Jennifer miraba la escena incapaz de creer lo que estaba viendo.

Jonathan se sentía aplastado contra el cuerpo de la Irina. Su cabeza estaba siendo enterrada entre los pechos de la mujer y cada vez le costaba más respirar. Notaba como los duros músculos de Irina se cerraban lentamente alrededor de su cuerpo. No podía hacer nada para evitarlo. Intentó gritar pero no quedaba aire en sus pulmones. Su visión empezó a nublarse mientras notaba como su cuerpo crujía incapaz de contener tanta presión.

Irina alivió la presión justo antes de que Jonathan perdiera la conciencia y se levantó, Jonathan se quedó en el suelo recuperándose mientras sus ojos miraban al techo y su cuerpo recuperaba el color.

-Tienes un hombre patético- dijo la Rusa mientras posaba desafiante ante los ojos de Jennifer con un pie en el cuello del marido.

-Puedo aplastarte como una cucaracha- agregó mientras aumentaba la presión y le aplastaba el cuello.

Jennifer no podía permitir aquello y, armada de valor se lanzó contra Irina sin ningún plan de ataque. La rabia la dominaba.

Consiguió tirarla al suelo pero, tras un forcejeo breve, la rusa entrelazó su cuerpo con el de la chica y utilizó de nuevo su fuerza y técnica para retorcer y torturar aquel cuerpo. Jennifer gritó y lloró, indefensa bajo la potente mujer.

Recuperado, Jonathan, aprovechó aquel momento para atacar de nuevo a la Rusa. Irina cayó y luchó, ahora luchaba contra los dos. Los tres cuerpos rodaron por el suelo entrelazados, forcejeando para conseguir el control.

Irina rodeó el cuello de Jennifer con su potente brazo y tensó sus músculos, aplastando a la mujer mientras, con sus piernas rodeaba el cuerpo del hombre y lo presionaba contra su sexo.

Disfrutó de aquel momento de dominio total. La pareja estaba indefensa bajo su poder. Tensaba y relajaba sus brazos y piernas, generando gran dolor en sus víctimas. Notó la cara de Jonathan apretada entre sus piernas y empezó a excitarse. Le excitaba dominar y ahora dominaba.

Liberó a la mujer y observó como se alejaba gateando y tosiendo. Jennifer se dejó caer en una esquina y miró con perplejidad a aquella mujer que se frotaba contra su marido.

Irina la miró fijamente con sus ojos azules mientras utilizaba el cuerpo del hombre para su placer. La Rusa se levantó y se plantó frente a Jennifer con los puños en las caderas y las piernas ligeramente separadas.

- ¡Quítame la ropa!- ordenó Irina, pero Jennifer la ignoró o tal vez estaba demasiado asustada para reaccionar.

Irina agarró a su víctima del pelo y la abofeteó durante varios minutos.

-¡Desnúdame!- ordenó de nuevo. Jennifer, temblaba y lloraba, incapaz de soportar aquello. Su hombre vencido en medio de la sala y ella arrodillada frente a la mujer que los agredía, incapaz de hacer nada.

La Rusa volvió a golpearla una y otra vez hasta que Jennifer asintió y le quitó la poca ropa que cubría su blanca piel. Irina se giró, mostrando su culo perfecto ante la vencida mujer. -Bésalo- ordenó con una sonrisa y Jennifer acató.

-Yo voy a destrozar, humillar y violar a tu “hombre”- agregó Irina mientras se agachaba y le arrancaba a Jonathan los gallumbos, dejándolo totalmente desnudo.

Jonathan luchó pero no podía con Irina. En un momento lo tenía retorcido como un prétzel y lo hacía gritar de dolor.

-Voy a enseñarte lo patético y ridículo que es tu hombre-

Irina obligó al hombre a colocar los brazos cruzados sobre su cabeza y se sentó sobre su cara, rodeando su cabeza con sus piernas e inmobilizando sus brazos. Usó sus pies para colocar la cabeza de Jonathan allí donde quería y con sus manos separó sus posaderas y hundió la cara del marido entre sus piernas. No pudo evitar soltar un gemido de placer al notar su cara contra su sexo.

-Ahora chupa- ordenó la Rusa pero Jonathan no quería cooperar

-Qhm pf fodpffh- gritó el hombre con todas sus fuerzas mostrando resistencia. Irina tensó sus piernas y notó como la cabeza se hundía entre sus piernas, aplastando su cara contra su sexo, impidiendole respirar.

Irina mantuvo esta posición un largo rato e ignoró los movimientos y pataletas de aquel hombre. Se quedó allí, ahogandolo con su sexo mientras miraba fijamente a aquella mujer temblorosa y patética que lloraba impotente ante lo que sucedía en su casa.

La Rusa relajó su presión y Jonathan consiguió respirar. Tomó varias bocanadas antes de que los muslos de la rubia volvieran a cerrarse con fuerza alrededor de su cabeza, ahogándolo de nuevo contra su sexo.

Irina repitió tal tormento varias veces, sin dejar de mirar fijamente a Jennifer, que seguiía temblando y llorando.

-Chúpame el coño si no quieres morir ahogado entre mis piernas- ordenó de nuevo la Rusa y, esta vez, Jonathan lamió con ganas aquel coño mientras las lágrimas de humillación recorrían sus mejillas. Irina disfrutó aquel momento. Luego, todavía sentada sobre la cara del hombre, agarró a la morena la rodeó con un brazo y la apretó contra su cuerpo mientras, con la otra mano le acariciaba el coño y la penetraba con sus dedos.

Jennifer intentó defenderse pero, de nuevo, la Rusa consiguió inmobilizarla entre sus brazos y continuó saboreando aquel cuerpo.

Se llevó el pecho de Jennifer a la boca y chupó y lamió el pezón mientras su mano se hundía en las rosadas paredes de su víctima. Jennifer gritaba de dolor y placer mientras aquella mujer la humillaba y violaba sobre su hombre.

-Mmmmh ¡que rica!- agregó -No pares de chuparme el coño- le indicó al hombre que tenía enterrado entre sus piernas mientras ella seguía lamiendo, chupando y perforando a la mujer.

Aumentó su excitación y, con ello su cadencia. Sus caderas se movían frenéticamente frotando su sexo contra la cara del hombre mientras lo mantenía apretado con fuerza entre sus piernas. Su lengua jugaba con los pezones de la mujer y saboreaba cada parte de su piel mientras, frenética, movía su mano rápidamente dentro y fuera.

Notó como llegaba el placer, cerró los ojos y aumentó la cadencia. Podía notar como se acumulaba la tensión, faltaba poco para disfrutar de un generoso horgasmo, de aquellos que se disfrutan pocas veces. Su mano seguía jugando con el sexo de la mujer, dilatando y inspeccionando aquellas húmedas cavernas.

Jennifer no se lo podía creer pero, notó como las sensaciones se acumulaban y, de repente, explotó un orgasmo que la hizo disfrutar, gozar y relamerse en los brazos de aquella mujer. Irina también se corrió con fuerza sobre la cara de Jonathan y milo espasmos recorrieron su cuerpo.

Irina se levantó y miró aquellos cuerpos semi inconscientes que se revolvían en el suelo, sometidos por un gran placer y dolor.

-Mañana volveré a por mi dinero- agregó antes de vestirse y desaparecer de aquella casa.