lunes, 26 de julio de 2010

La noche más humillante de mi vida.

Mi nombre es Marcos, tengo 22 años y hoy voy a escribir un relato acerca de la noche más humillante de mi vida. Todo empezó una noche de Sábado en una conocida discoteca de Barcelona. La finalidad de mis visitas a la discoteca no era para bailar ni para conocer gente. Yo iba a la discoteca con el único fin de follar (como todo el mundo). A veces tenía más suerte y a veces menos.

Eran ya las 4 de la mañana y llevaba varios cubatillas de Ron entre pecho y espalda, estaba contento y había perdido la vergüenza, hacía rato que había perdido de vista a mis amigos. Era común en mi emborracharme y preguntarle a todo lo que se movía si quería pasar una noche de sexo salvaje. Mi táctica solía funcionar ya que, si le preguntas a 500 mujeres seguramente alguna cae (estadística pura). Además me daba igual el tipo de mujer, yo no era ningún "Brad Pitt" y no esperaba triunfar con "Angelina Jolie", sólo quería follar.

Aquella era una de esas noches en las que la suerte no me acompañaba. Me acabé el cubata de un trago y enfoqué mi mirada hacia la pista, buscando mi siguiente presa. El alcohol y el cansancio ya pesaban sobre mis párpados, pero todavía no había acabado la noche y disponía del
tiempo suficiente para seguir intentándolo.

Me tomé un descanso y disfruté mirando a las bailarinas, aquello sí que eran cuerpos, aquellas chicas tan perfectas... quién pudiera disfrutar de una noche en la cama con aquellas diosas... el tiempo pasaba mientras, embobado, me imaginaba triunfando con uno de aquellos cuerpos perfectos. Dejé volar mi imaginación y me vi perforando con mi polla a alguna de aquellas chicas. Estaban realmente bien, aquellas tetas, aquel culo... esas largas, torneadas y sensuales piernas de bailarina... oh!

Las estuve mirando hasta que su turno finalizó y bajaron de las tarimas, las perdí de vista al mezclarse con la multitud, pero mi polla continuaba dura, el tiempo pasaba y todo apuntaba a que aquella noche acabaría sólo en casa y, de nuevo, 5 contra 1. Aquello no podía ser, volví a estudiar la pista.

Localicé a un par de chicas solitarias que se movían sensualmente en la pista de baile. Una de ellas tenía un buen par de tetas y la minifalda permitía disfrutar de sus piernas, la otra tenía una cara sensual y un buen culo. Repasé mi noche para asegurarme de que no lo había intentado ya con ellas, a veces lo preguntaba más de una vez a la misma chica (cosas de la noche, el alcohol y las luces de la pista).

Me mezclé con la gente y me dirigí hacia ellas. No las encontré, el alcohol y la gente me desorientaban, miré alrededor y de repente las vi, a unos metros de distancia. Me moví con dificultades por la pista hacia su dirección y cuando llegue ataqué.

-Hola preciosa, ¿prefieres el agua de Bezoya o chuparme la polla?- Aquella era una de mis frases y solía funcionar.

Obtuve una sonora bofetada como respuesta, por lo general no solía acabar tan mal la cosa. -¡Asqueroso!- agregó ella furiosa antes de alejarse. Me froté la dolorida mejilla y busqué a la otra chica, no podía estar lejos. La encontré y me dirigí a ella.

-Hola bombón, ¿quieres pasar una noche de sexo salvaje conmigo y mi pollón?-

La mujer se giró y me miró a la vez que mis ojos se abrían como platos y mi mandíbula se caía al suelo. Me había equivocado de mujer. Aquella chica era una de las bailarinas que había estado mirando hace unos minutos. ¡Diós!, estaba buenísima, me miró con unos ojos verdes que me robaron el alma.

Vestía un pequeño biquini (sujetador + tanga), una minifalda tejana y unos zapatos de tacón. Era alta (bastante más que yo) y su cuerpo se notaba firme y sensual. Me miró de arriba a abajo con aire desafiante y luego habló.

-No creo que puedas aguantar mi ritmo, chuquitín- me dijo penetrándome con su mirada. Me regaló una perfecta sonrisa antes de girarse de nuevo y continuar bebiendo. Diós ¡¡que piernas, que culo!!

Nunca me hubiera atrevido por mi mismo, aquella mujer estaba claramente en otra liga, pero ahora ya había roto el hielo y tenía a mi alcance a la mujer más bella con la que jamás había tenido el valor de hablar. No se si fue el alcohol o el aroma de su colonia pero, reuní el valor suficiente para continuar con mi táctica. Al menos ella no me había girado la cara de una bofetada (eso era buena señal).

-¡Oye putón! No dirás lo mismo cuando hayas probado mi pollón, quizá no lo sepas pero aguanto un montón-

¡Mierda! aquello no era una buena frase, ¿putón?, seguramente ahora si que iba a recibir una buena bofetada. El alcohol estaba haciendo de las suyas. La Gogo se giró rápidamente y me miró con los ojos llenos de rabia.

-No me gusta que me mientan y menos que me llamen Putón. Vamos a ver ese pollón, pequeño cabrón-

Antes de poder reaccionar, la mujer colocó su mano entre mis piernas y empezó a tocarme la polla. Ambos nos quedamos sorprendidos, yo por su reacción y ella por mi pollón. Si algo tenía a mi favor era mi generosa polla (no mentía al llamarla pollón).

-¡Oh! vaya agradable sorpresa- dijo mientras su mano seguía acariciando mis partes. -MMmmmm... quizá podamos llegar a un acuerdo. ¿En tu casa o en la mía?- preguntó mientras continuaba frotándome con la mano.

Me quedé congelado, incapaz de creer lo que estaba oyendo.¡Ya la tenía! Así de fácil.

-¿E...En la mía?-

Una hora más tarde estaba abriendo la puerta de mi casa para entrar junto a Esther (así se llamaba la bailarina). Nunca olvidaré la cara de mis amigos al verme salir de la discoteca junto a aquella chica perfecta.

-Quieres beber algo?- Le abrí el BAR y le ofrecí lo que quisiera, ella se me acercó lentamente y despacio empezó a desabrochar los botones de la camisa. Mis rodillas temblaron al oir su voz susurrar.

-Te quiero a tí y a tu pollón. ¡Vamos a follar!-

Me sacó la camisa y me llevó a su boca, noté su mano firme en mi nuca mientras me penetraba con la lengua. Mis manos se movieron rápidamente, una empezó a acariciar el culo más duro que jamás había tocado y la otra mano se situó en su pecho y jugó con sus redondas y perfectas tetas. Sus pezones crecieron y se endurecieron rápidamente.

Noté como ella llevaba su mano libre entre mis piernas y me desabrochaba los pantalones, yo hice lo mismo y en pocos segundos nos encontramos desnudos. Su lengua continuaba explorando mi boca y su mano acariciando mi polla mientras mis manos se movían frenéticas sobre sus pechos.

Ante mi sorpresa, se agachó e introdujo mi dura polla entre sus labios, chupándola con gran maestría. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo mientras aquella ardiente bailarina me chupaba la polla como nunca nadie antes. Mis ojos se cerraron automáticamente y me dejé llevar por aquella sensación.

Al poco rato exploté de placer, ella notó mis espasmos e introdujo todo mi sable en su boca dejando que mi blanco semen se deslizara por su garganta. Continuó chupando mi polla, tragando cada gota de semen hasta que quedó limpia y flácida entre sus labios.

-Mmmmm que rico- dijo la bailarina mientras limpiaba sus labios con su lengua. Yo me sentía en la gloria, parecía que había soltada litros de leche.

-¿Se pondrá dura?- preguntó ella antes de volver a chupar con ansia mi satisfecha polla. Al rato, mi polla se endureció en su boca gracias a su experta lengua. ¡Oh! que placer sentía mientras me chupaba la polla con gran maestría.

Esther se levantó y recordé lo alta que era aquella mujer, sus pechos se balanceaban delante de mi cara, no pude evitar hundir mi cara entre aquellas generosas tetas. Chupé sus duros pezones mientras ella continuaba acariciando mi polla con sus manos.

-¡Fóllame!- dijo antes de darse la vuelta, apoyar sus manos contra la pared y presentarme su firme culo en pompa. Mi polla latía de excitación. La perforé mientras gritaba de placer. Aquella mujer estaba muy buena. Aquel culo duro, aquellas grandes tetas, aquellas piernas largas y torneadas... ¡Oh! era el mejor polvo de mi vida.

No pasaron ni dos minutos antes de que me corriera de nuevo. Bombée fuerte, haciendo que la bailarina gritara de placer, podía notar como aumentaba su excitación a medida que pasaba el tiempo.

Retiré mi cansada polla de entre sus piernas mientras ella se quejaba de la corta duración del polvo.

-Tranquila que no he acabado- le dije fanfarrón. - Échate en la cama nena y te follaré hasta que no puedas más.- agregué con chulería.

Ella escuchó mis palabras y acató mis órdenes, se tiró en la cama y se abrió de piernas, se la notaba excitada y se tocaba mientras me acarcaba a su cuerpo. Mi polla colgaba flácida y cansada entre mis piernas.

-Así nena, tócate mientras me pongo a punto.- le dije orgulloso mientras la observaba desnuda en mi cama.

-Acércate- me dijo con un tono sensual mientras sus manos recorrían su piel. Introdujo de nuevo mi flácida polla en su boca, y en segundos, su experta lengua había endurecido mi sexo. Me coloqué entre sus piernas y la perforé de nuevo, ella agarró mi cabeza y la colocó sobre sus pechos, obligándome a chupar sus endurecidos pezones mientras mi polla se hundía en su rico coño. Me rodeó con sus largas y tonificadas piernas mientras sus gritos de placer llenaban la habitación.

-No pares, no pares... así así.... ohh!!- Sus gritos de placer me estaban volviendo loco, nunca antes había disfrutado de un cuerpo de aquel nivel. Era demasiado excitante. Notaba nuestros cuerpos fundirse mientras gritábamos de placer. De nuevo me noté apunto, iba a correrme de nuevo.

-Voy nena voy- grité y noté como me apretaba contra su cuerpo. -Más más más, ahora no.. sigue- gritó ella segundos antes de correrme de nuevo y derrumbarme sobre su cuerpo.

-¡Oh que bien!- dije con los ojos cerrados mientras ella me decía que no parara.

-Quiero máaaas...- agregó ella con la mirada encendida. Rápidamente se dió la vuelta, quedando ella encima y yo debajo. Mi polla continuaba dentro de ella, ella intentó continuar follando pero mi flácida polla no estaba por la labor.

-Me has prometido una noche llena de sexo pollón- me gritó enfadadada la bailarina. Intenté lavantarme pero...

Noté como sus manos se cerraban con fuerza en mis muñecas y sus muslos se apretaban alrededor de mi cuerpo. Lentamente su torso fue descendiendo sobre mi cara hasta que uno de sus erguidos pezones se introdujo en mi boca. -Chupa- ordenó ella con la mirada ardiente.

Yo lamí, besé y chupé aquel pezón con deseo. Estaba agotado pero la sensualidad que desprendía aquel cuerpo era superior al cansancio. Excuché sus gemidos mientras mi lengua jugaba con su pezón. Ella movió su torso, alternando sus pechos y obligándome a lamer ambos pezones. Sus gemidos de placer llenaban la habitación mientras notaba su cuerpo duro y sensual frotarse contra el mio.

Me sentía agobiado y aplastado bajo aquella mujer. Intenté apartar mi cabeza de debajo de sus pechos y respirar aire pero ella no lo permitió. Aumentó su presión sobre mi cuerpo. Estiró de mis brazos, rodeó con fuerza mis piernas con las suyas y consiguió inmovilizar mi cabeza entre sus hermosos pechos. Me costaba respirar y el contacto con su cuerpo empezaba a ser doloroso.

Me estaba ahogando entre sus tetas (de verdad). No podía respirar ni girar la cabeza, ella gemía de placer y se frotaba con fuerza contra mi cuerpo. Entré en pánico y luché desesperadamente para liberarme de aquel agobio que me estaba ahogando. Ante mi sorpresa y decepción, no pude moverme ni apartarla. Usé toda mi fuerza para liberarme pero no pude hacer nada contra aquella mujer ardiente y decidida que continuaba frotándose y usándome para su placer.

Al menos mis movimientos sirvieron para que Esther despertara de entre sus orgasmos y liberara su presión. Miró entre sus pechos y me descubrió ahogado e impotente entre sus tetas. Sentí un gran alivio cuando el oxígeno volvió a llenar mis pulmones.

Sentí verdadero pánico cuando, ya recuperado, intenté apartar a aquella mujer (que continuaba frotándose contra mi cuerpo) sin éxito. Una sonrisa malévola se perfiló en sus labios al ver el pánico en mis ojos. Sus manos se cerraron con más fuerza en mis muñecas y pude notar como mis huesos crujían mientras ella aplastaba mi cuerpo entre sus poderosos muslos. No podía hacer nada contra aquella mujer, ella me tenía bajo su dominio, hasta ahora no me había dado cuenta pero... Ella mandaba.

-¿Qué pasa chiquitín? ¿te sientes indefenso?- preguntó mientras continuaba aplastandome bajo su cuerpo. -¿Creías de verdad que me iría con alguien como tú por el tamaño de tu pollón?-

Estaba confundido y no lograba liberarme. -Te he elegido por lo débil y patético que eres.- agregó ante mi sorpresa. -ningún hombre es capaz de satisfacer mis necesidades sexuales.- me explicó -Necesito sexo durante muchas horas y es imposible que me lo des. Nigún hombre ha sido nunca capaz de satisfacer mis deseos.-

El miedo no me dejaba hablar. Ahora miraba a aquella mujer con otros ojos. Mi cuerpo delgado, bajito y débil no podía compararse con el de aquella bailarina, alta, atlética y sensual. Me sentí como el ratón cazado por la gata: Impotente y asustado. Ella continuó hablando mientras sus músculos se endurecían a mi alrededor y mi cuerpo era engullido bajo el suyo.

-Voy a usarte para mi placer sin importarme tus necesidades. Al igual que has echo tú conmigo antes- agregó con una mirada sensual mientras mi cabeza volvía a hundirse entre sus perfectas tetas. Curiosamente mi polla empezó a crecer y endurecerse entre sus piernas. Ella disfrutó hundiendo mi pollón entre sus piernas mientras me montaba agresiva. Cabalgó sobre mi polla, manteniendo en todo momento mi cuerpo inmobil bajo su poder.

No pude evitar correrme de nuevo con fuerza. Ella continuó montándome hasta que mi polla se convirtió en un trozo de piel flácido. Continuaba encendida y sus gritos me daban a entender que seguía disfrutando de generosos orgasmos.

-Ahora seguirás dándome placer con tu boca- agregó con la mirada ardiente cuando notó mi polla abandonar su agujero del placer. - Voy a follarme tu cara y cuando haya acabado no te sentirás la lengua- agregó con una voz sensual y decidida.

Reubicó su cuerpo y se sentó sobre mi pecho, manteniéndome en todo momento agarrado por las muñecas. Intenté aprovechar ese momento para escapar de su dominio pero me fue inútil. Aquella mujer (aunque era muy humillante aceptarlo) era mucho más fuerte que yo y yo no tenía ninguna oportunidad de escapar.

Usó sus rodillas para inmovilizar mis brazos, lloré y supliqué cuando presentó su ardiente y empapado coño frente a mi cara. Pude notar su excitación crecer junto con mi miedo. Ella disfrutó mucho de aquel momento de dominio y poder. Sus ojos encendidos me miraban fijamente mientras, lentamente, su coño, empapado de mi propio semen, se avalanzaba sobre mi cara. Luché girando y apartando mi cara pero sus manos agarraron con fuerza mi cabeza y la mantuvieron inmóbil mientras frotaba sus labios contra mi cara.

Sus gemidos se convirtieron en gritos de puro placer cuando, finalmente, se sentó sobre mi cara y aplastó mi faz, me obligó a lamer y chupar su insaciable sexo. Pasé así un largo rato. Llorando y sufriendo entre las perfectas piernas de Esther mientras ella hundía mi cara en su ser. Me vi obligado a lamer su sexo y limpiarlo de mis propios jugos para poder respirar. Las lágrimas de humillación recorrían mis mejillas mientras ella me mantenía aplastado entre sus piernas y sus orgasmos.

No se cuanto tiempo pasó, quizá horas, mientras ella se corría una y otra vez en mi cara y me obligaba a tragar sus fluidos. Finalmente me liberó y se levantó. Respiré aliviado pensando que mi tortura había acabado. Intenté incorporarme pero ella lo impidió.

-¿Adonde te crees que vas pequeñín? Todavía no he acabado contigo- dijo mientras impedía que me levantase. -Ahora me vas a besar y lamer el agujero del culo- agregó con una perversa sonrisa. Yo no pude evitar llorar como un niño pequeño, impotente bajo su deseo.

Bajó mis brazos y los situó en mis costados. Yo intenté uir pero me fue imposible, sólo podía llorar como un niño asustado. Pude oir sus carcajadas mientras lentamente descendía su trasero sobre mi ya castigada cara. Volvió a usar sus poderosas y sensuales piernas para inmovilizarme bajo su ser, mientras con sus manos separaba los mofletes y colocaba su ano directamente sobre mi boca.

Me agarró la polla y apretó mis pelotas mientras me ordenaba sacar mi lengua e introducirla en su negro agujero. Lloré de nuevo, indefenso, mientras la bailarina restregaba su ano en mi cara y me obligaba a lamer, besar y chupar su agujero del culo. Al rato noté como sus labios rodeaban mi polla y dominaban mi sexo.

Su culo rebotaba con furia sobre mi cara, ese culo tan redondo y perfecto que deseaba tocar, besar y acariciar. Ahora se había convertido en una piedra dura y potente que me estaba destrozando la cara. Mi sangre se mezclaba con sus jugos de placer mientras ella continuaba aplastando mi cara con su culo perfecto.

Sus experimentados labios habían devuelto la vida a mi cansada polla y ahora se mantenía erguida mientras ella, sentada sobre mi cara, disfrutaba de su posición dominante.

Cuando mi polla estaba lista, cabalgaba sobre mi destrozado cuerpo hasta que me vaciaba los huevos. Cuando mi polla se hacía flácida, ella continuaba, usando mi cara para su placer. Era humillante tener que tragar sus fluidos y mi propio semen para poder seguir respirando entre las piernas de la bailarina.

Yo estaba detrozado y ella continuó usando mi cuerpo durante toda la noche para su propio placer. No paró hasta que se hizo de día, entonces se levantó y me liberó de su tortura. Me sentía exhausto y dolorido, mi piel estaba marcada con numerosas heridas causadas por su agresividad y energía sexual.

-He disfrutado con éste polvo- susurró antes de tirarse en el sofá. -Dame un cigarro- me ordenó.

Me costó levantarme. Me dolían todos los músculos y mi cuerpo estaba enterrado en la cama. Le acerqué el paquete de tabaco y un mechero, mi cuerpo temblaba a causa de "la paliza" que acababa de recibir de aquella diosa del sexo.

Me miró fijamente con el cigarro entre sus labios, esperando. Rápidamente entendí el mensaje y le ofrecí el fuego. Ella encendió el cigarro y soltó una larga bocanada de humo mientras sus ojos me miraban fíjamente.

-Ha estado bien eh!- fanfarronee al recuperar el aliento mientras mis rodillas temblaban y mi cabeza ardía de dolor. Cogí un cigarro y me lo metí en la boca.

-Todavía no he acabado contigo- respondió mientras me quitaba el cigarro de los labios.

-Tú tienes cosas que hacer- agregó mientras se abría de piernas y me mostraba lo dilatado, húmedo y caliente que continuaba estando su órgano sexual.

El miedo se spoderó de mi cuerpo. Aquello no podía ser real, estaba destrozado por la experiencia anterior y no quería tener más sexo.

-No, ya hemos acabado. No tengo ganas de más y mi polla no se levantará- respondí con tono seguro.

Ella me miró con los ojos entrecerrados y soltó otra bocanada de humo directamente a mi cara. -Yo eligo cuando se acaba y ahora quiero más.- agregó mientras me agarraba del pelo y empujaba mi cabeza entre sus piernas. Luché con todas mis fuerzas (las que quedaban) para liberarme de su dominio y evitar la humillación que aquella mujer estaba generando.

Fue inútil, sus piernas de bailarina se cerraron alrededor de mi cabeza, imposibilitando mi huida y aplastando mi cara contra su sexo. Besé lamí y chupé su coño mientras lloraba por la humillación y el dolor que sentía bajo el poder de aquella mujer.

Ella continuó fumando mientras el placer inundaba su ser y la oscuridad se abalanzaba sobre mi. Perdí el conocimiento mientras ella frotaba su sexo ardiente contra mi cara.

Desperté en la cama, mareado y dolorido, y el terror se apoderó de mi cuerpo al verla todavía allí. Ahora, entre sus piernas colgaba un enorme dildo de color negro y sus ojos penetrantes me miraban fijamente.

-Quiero seguir disfrutando de tu cuerpo- susurró al verme despierto y mostró descarada aquel enorme dildo. El terror se apoderó de mi cuerpo, aquello no era permisible. Yo era un hombre y no me iba a dar por culo. Lucharía por mantener mi hombría (aunque aquella mujer ya me había humillado) había límites que no iba a dejar pasar.

-¡Yo he acabado contigo!- grité rabioso, - vete de mi casa o me obligarás a usar la fuerza.-

Las carcajadas de la bailarina retumbaron en la habitación y la sensación de temor aumentó al verla acercarse agresiva hacia mí.

-¿Tú y cuantos más como tú van a detenerme?- preguntó sarcástica mientras tocaba su falsa polla. -Lo primero que harás será arrodillarte y chuparme la polla- ordenó Esther.

No pensaba acatar aquellas órdenes. Aquella mujer me había dominado y abusado de mi. Me sentía humillado y dolorido pero iba a luchar antes de dejar que coninuara humillándome y usándome para su propio placer. Iba a darle su merecido por lo que había echo.

Me levanté y decidido me acerqué a ella, con la intención de mostrarme seguro de mi mismo. Tragué saliba al percibir su altura y físico de nuevo. Casi había olvidado su tamaño.

Decidido la agarré de la muñeca con la intención de empujarla fuera de mi casa, pero no conseguí moverla. Ser rió de mi al verme incapaz de moverla. Yo me sentí ridículo e indefenso al comprobar que no podía hacer nada contra aquella amazona.

-Tienes 3 segundos para arrodillarte ante mi y chuparme la polla- indicó seria la bailarina.

-No pienso hacer caso de tus órdenes- grité enfadado. -Vete antes de... OOOUFFF!-

Esther había lanzado un rodillazo entre mis piernas y había alcanzado de lleno mis huevos. Caí inmediatamente de rodillas frente a ella mientas me protegía mi entrepierna. Rápidamente me agarró la cabeza del pelo e introdujo la polla de plástico en mi boca. En 3 segundos me tenía de rodillas frente a ella con su polla en mi boca. Humillante y doloroso.

-Qué patético eres pollón jajaja así así sigue chupando y lubricando que luego la meteré en tu culo y te follaré como a un perro jajajja.-

Mis lágrimas recorrían mis mejillas mientras aquella mujer hundía aquella polla en mi boca y se abría camino por mi garganta. Luché por liberarme de aquella humillación, pero mis esfuerzos eran rápidamente bloqueados por la GoGo. Finalmente me sometí a su superioridad y relajé mi cuerpo mientras ella disfrutaba hundiendo su polla en mi garganta.

Noté un flash y sorprendido la vi hacerme fotos mientras, arrodillado entre sus piernas, satisfacía sus necesidades sexuales.

-Súbete a la cama a cuatro patas- me ordenó -voy a disfrutar dándote por culo- agregó entre risas.

-No por favor, no lo hagas. Déjame, haré lo que quieras pero esto no. No me des por culo por favor...- lloraba como un niño mientras le pedía clemencia, y horrorizado, noté como mis lágrimas y súplicas alimentaban su excitación y deseo sobre mi.

Intenté uir, decidido corrí hacia la puerta con al intención de escapar de aquella tortura pero la puerta no se abrió. Esther había cerrado la puerta de mi casa con llave, encerrándome con ella. La bailarina reía a carcajadas mientras se acercaba a mí, yo lloraba indefenso y desnudo en el suelo, deseando que aquella noche no hubiera existido.

-Gatea a la cama y espérame de cuatro patas- ordenó de nuevo la bailarina pero yo no tenía intención de dejarme dar por culo. No acaté sus órdenes y me quedé en el suelo llorando y pidiendo clemencia. El corazón de aquella mujer debería ablandarse al verme llorar como un niño a sus pies, pero no fue así.

Lanzó una fuerte patada que se estrelló contra mi costado y me causó gran dolor. Me revolví en el suelo con la mano en el costado y ella continuó pateando mi cuerpo con sus largas, torneadas y musculadas piernas de bailarina. Me pateó con furia y yo notaba el crujir de mis costillas bajo la presión de sus golpes, me estaba golpeando brutalmente y sus musculadas piernas de bailarina tenían la potencia suficiente para destrozarme.

Entendí el mensaje y, entre golpes, me dirigí a la cama y me postré a cuatro patas. Ella se colocó detrás de mi y hundió su falo con fuerza en mi culo virgen. Noté como la piel se desgarraba bajo su violencia y las lágrimas saltaron de mis ojos mientras el dolor se apoderaba de mi cuerpo.

Intenté detenerla y uir de aquella tortura, pero me agarró los brazos y los retorció detrás de mi espalda, impidiendo que los usara para defenderme de sus embites. El dolor fue inaguantable y en pocos segundos perdí el conocimiento.

Desperté en un hospital, me encontraba en una habitación, acompañado por los pitidos de alguna máquina que supervisaba mi estado. Todo mi cuerpo dolía, sobretodo mi culo. El resultado de aquella noche de sexo salvaje (por parte de ella) era de 3 costillas rotas (una de ellas se había clavado en el pulmón abriendo una fisura), la nariz rota y la mandíbula fuera de sitio. Una fractura en el cráneo y otra en el hombro derecho. Me había partido varios tendones del brazo izquierdo y desgarrado el intestino y el ano (Me habían tenido que poner puntos en el ojete).

Nunca en mi vida me habían dado tal paliza, y menos por parte de una mujer... y todavía menos "disfrutando" de una relación sexual. Recibí un mensaje en el teléfono, era un MMS, en él había una foto mia de rodillas a los pies de aquella mujer y, un primer plano de mi cara chupando su polla de plástico. También había un texto que rezaba lo siguiente:

"Cuando salgas lo repetimos, ¡pollón!".

FIN

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