miércoles, 20 de abril de 2011

En la cama con una ninfómana

Nunca olvidaré el día en el que descubrí lo que realmente es una ninfómana.

Ninfómana: Mujer que siente un deseo sexual exagerado o exacerbado: las ninfómanas presentan un estado psíquico anormal y por lo general, no consiguen satisfacer sus necesidades sexuales. Adicta al sexo.

Tenía 19 años cuando la conocí. Su novio había cortado con ella y era una presa fácil para mis encantos (todas las mujeres despechadas son fáciles y tienden a buscar venganza usando otros hombres).

Su nombre era Angrid y tenía un físico de los que quitan el hipo: rubia, alta y con una cara angelical aunque, lo mejor estaba por delante y por detrás. Tenía unos melones y un culito preciosos. Toda una belleza abandonada a su suerte.

Ella era mayor, debía estar rondando casi los 30 años pero era demasiado bella y maciza para dejarla escapar por un detalle tan estúpido. Estaba mucho mejor que las chicas jóvenes que había en la discoteca. Al decir verdad, nunca había estado con una mujer tan bella. Todo en ella era perfecto y se notaba en mi entrepierna.

Rompí el hielo invitándola a beber algo y entonces fue cuando me comentó que su novio la había dejado y que necesitaba un hombre con el que desahogarse.

Mostrando un falso interés, le pregunté poqué la había dejado. Yo nunca lo haría (al menos hasta haber mojado).

No pude creer lo que me contestó: al parecer, su ex-novio (atleta profesional) la había dejado ya que no podía seguirle el ritmo a su apetito sexual. Me confesó que era ninfómana y que no podía dejar de pensar en follar.

Creí que mis pantalones iban a reventar, incapaces de sostener mi calentón.

La vacilé, diciéndole que si quería podría satisfacer sus necesidades sexuales conmigo y, ante mi sorpresa, aceptó decidida mi proposición y me llevó a su casa (en su coche).

Aquella iba a ser una noche inolvidable, no cómo yo pensaba pero si, inolvidable.

Al llegar a su casa, nos faltó tiempo para desnudarnos y empezar a follar. No me pude creer aquel cuerpo que tenía frente a mi para mi propio placer. Sólo podía describirse como: perfecto.

Se abrió de piernas e introducí mi excitada polla en su ser, jadeaba como una loca mientras yo la perforaba con ganas. Se apretó contra mi cuerpo y aumenté el ritmo, sus jadeos me volvían loco. La muy zorra no paraba de gritar y frotarse contra mi cuerpo.

Cambié de postura y ataqué por detrás, ella disfrutaba y gritaba. La agarré con fuerza de las caderas y le di con todo lo que tenía. Noté como temblaba entre mis manos mientras los orgasmos recorrían su cuerpo y me hacía sentir cada vez más excitado y orgulloso de mi “poder sexual” (en menos de 5 minutos la tenía gozando de generosos orgasmos).
No pude evitar correrme con ganas mientras ella todavía disfrutaba de sus orgasmos.

Saqué mi polla de su agujero de placer con la intención de disfrutar de un momento de relax tras nuestros generosos orgasmos pero ella lo evitó.

Me miró con sus ojos encendidos y me dijo que “no, que todavía no, quería más”. Sin darme tiempo a reaccionar, se agachó e introdujo mi flácida polla (enterita) en su boca.

Sentí un inmenso placer cuando su experimentada lengua empezó a trabajar en mi órgano sexual, cerré los ojos y disfruté de las sensaciones que aquella mujer conseguía obtener.

Chupaba mi polla con ansia y, a veces, era más agresiva de lo que me gustaba y sus dientes se clavaban en mi piel.

Jadeaba y gozaba mientras jugaba con mi polla. Lo hacía tan bien, le ponía tantas ganas que al rato mi polla ya estaba de nuevo lista para el combate.

Se estiró en la cama y me invitó a penetrarla de nuevo, mi polla se hundió sin obtener casi resistencia de su dilatado coño mientras apretaba mi cara entre sus pechos.

Me rodeó con sus piernas y bombeó junto a mi, haciendo que el ritmo fuera más rápido que antes. Chupé sus pezones y se endurecieron con rapidez mientras Angrid gozaba y gritaba. Aquella mujer parecía no tener fin.

Deslicé mis manos hasta sentir su duro culo (el culo más duro que jamás había follado) y la apreté con fuerza contra mi cuerpo para aumentar así su placer y funcionó.

La ninfómana empezó a gritar y temblar bajo poderosos orgasmos, sus piernas se cerraron con fuerza a mi alrededor y sus uñas se clavaron en mi espalda desgarrando mi piel. Grité de dolor pero ella continuó apretando mi cuerpo con fuerza mientras disfrutaba de increibles orgasmos.

Su coño continuaba bombeando, hambriento, mi polla y tras unos minutos de dolor y placer, volví a correrme salvajemente mientras ella, con los ojos cerrados, continuaba disfrutando.

Intenté apartarme de ella pero no lo permitió y continuó frotandose contra mi cuerpo mientras mi polla se deshinchaba entre sus piernas.

Me sentía agotado y sólo quería que acabara con sus orgasmos y me liberara de su húmedo abrazo.

Finalmente, mi flácida y cansada polla se deslizó de entre sus piernas y ella abrió los ojos y me miró. Su expresión mostraba excitación y continuaba perdida entre las olas del placer, su cuerpo continuaba contoneándose en busca del placer.

Me liberó de su abrazo y me dejé caer a su lado, agotado tras tal sesión de sexo salvaje. Necesitaba un descanso pero ella no parecía dispuesta a ello.

Me besó con ansia y agresividad (más de lo que me gusta) y su mano se deslizó por mi piel hasta encontrar aquello que quería: mi polla.

Continuó violando mi boca con su lengua mientras sus dedos jugaban con mi sexo. Quise apartarla de encima mio pero, en ese momento usó su boca para besar mi piel mientras descendía hacia su destino.

Cerré los ojos y disfruté. Nunca me la habían mamado tan bien, aquella mujer era una experta.

A los pocos segundos noté algo en la cara y, al abrir los ojos vi su dilatado, húmedo y insaciable coño a pocos centímetros de mi boca. Había aprovechado el momento para colocarse en posición de 69 y, todo ello sin dejar de chupar con gran maestría mi polla.
Mi semen goteaba entre sus piernas y no tenía intención alguna de meter allí mi boca. A saber cuantas pollas habían pasado por aquel túnel. Intenté apartarla y entonces descubrí que mis brazos habían quedado prisioneros entre nuestos cuerpos. Su boca trabajaba con ansia mi boca y me sentía en una nube.

-Agradezco que me chupes la polla tan bien, pero no pienso ha...- No pude acabar la frase. Aplastó su sexo contra mi cara y lo frotó agresiva mientras sus labios devoraban mi polla.

Note mi sabor mezclado con el suyo descender por mi garganta mientras me mantenía prisionero entre sus piernas. Intenté apartarla pero no pude sacarla de encima.

Se frotó contra mi cuerpo hasta que, con sus experimentadas mamadas, consiguió despertar mi polla, entonces, rápida como una gata se empaló en mi herramienta y cabalgó con ganas sobre mi.

Agarró mis muñecas y colocó mis manos sobre sus pechos mientras continuaba moviendo sus caderas, con los ojos cerrados me ordenó que acariciara sus pechos. Yo, inmerso en aquel frenesí acaté sus órdenes y acaricié aquellos pechos perfectos.

Jadeaba y gemía mientras cabalgaba sobre mi polla. Mis dedos jugaron con sus duros pezones mientras el placer invadía mi ser.

Aumentaron sus jadeos y con ello el ritmo. Saltaba con furia sobre mi polla, haciendo que la cama se balanceara y golpeara contra la pared. Noté como su cuerpo se tensaba al correrse. Me rodeó con sus brazos y me apretó con fuerza contra su pecho mientras los orgasmos recorrían sus músculos aplastándome bajo su placer.

Mantuvo la posición y reanudó sus embites, ahora más agresivos y potentes. Los golpes resonaban en la habitación al ritmo del sexo: “Boom Boom Boom Boom …” y se mezclaban son sus gritos de placer.

Me sentía asfixiado mientras la mujer me follaba y me dolía todo el cuerpo a causa de su agresividad en la cama. Cabalgó sobre mi y me corrí pero ella continuó con sus movimientos hasta que mi polla se volvió flácida, haciendo que me corriera varias veces.

Me sentía extenuado. Llevábamos horas follando... mejor dicho, ella llevaba horas follándome, no se cuánto tiempo llevábamos pero mucho.

Continuó frotándose contra mi cuerpo mientras paseaba su piel frente a mi cara para que la besara. Intenté quitarla de encima pero lo evito saltando sobre mi cara y aplastando de nuevo su húmedo sexo contra mi boca. Mi semen resbalaba por su piel como pequeños rios.

No iba a permitir más, estaba al borde de la asfixia iba a quitarla de allí pero.. ¡horror! mis brazos estaban inmovilizados bajo sus rodillas y no podía apartarla. Estaba indefenso bajo su apetito sexual.

La ninfómana gritaba y gozaba, sus manos acariciaban mi piel y su piel mientras, agresiva y llevada por el placer se frotaba con energía sobre mi cara, aplastando dolorosamente su coño en mi boca y nariz.

Una de sus manos se deslizó y acabó en mi polla. Acarició con arte mi cansada polla hasta que sin poder yo evitarlo , consiguió que se endureciera una vez más.

Pensaba apartarla de mi tan pronto como quedaran libres mis brazos y esperé el momento en el que se detendría para cambiar de posición, me sentía agotado y tenía que detener aquello. Me dolía mucho la cara y me había partido la nariz... con su coño.

Mi polla estaba hirritada y enrojecida y mis huevos secos y doloridos.

Noté como me liberaba al recolocar su cuerpo para follarme de nuevo y aproveché la situación para apartarla de encima de mi.

Ante mi sorpresa, Angrid luchó por evitarlo, estaba fresca como una rosa y daba la sensación de que toda la energía que a mi me faltaba la tenía ella. Reaccionó rápida y anticipó mis movimientos.

Me cogió las muñecas y se deslizó rápidamente hacia abajo. Intenté apartarla de nuevo pero estaba muy cansado y mis brazos no respondieron (o esa es la excusa que me pongo).

Angrid, estiró mis brazos y los cruzó sobre mi cabeza con facilidad pese a mi resistencia. Su mirada estaba perdida en un mar de excitación y no escuchaba mis palabras, para ella sólo era una polla pegada a un trozo de carne. Parecía estar muy lejos, cada vez más lejos satisfaciendo sus necesidades.

Dejó caer su cuerpo sobre el mio y mi cabeza quedó enterrada entre sus pechos, me obligó a lamer y besar sus durísimos pezones mientras estiraba mis brazos con fuerza.

Pasé un rato chupando su piel mientras ella se frotaba contra mi cuerpo. En todas las horas que llevaba follándome, su cuerpo no se había detenido ni un minuto. Siempre lo apretaba contra el mio para maximizar su sensación de placer.

Noté como soltaba mis brazos y se relajaba sobre mi cuerpo y entonces descubrí con terror que había atado mis muñecas al cabecero de la cama. Ahora estaba inmóvil e impotente entre las piernas de la ninfómana.

Recuperó el ritmo y gozó de nuevos orgasmos mientras botaba sobre mi castigado órgano perdida en un mar de orgasmos.

“Boom Boom Boom Boom Boom …” El ruido se fundía con sus gritos de placer mientras sus uñas se clavaban en mi piel y me aplastaba bajo su excitación.

Sus pechos se balanceaban, golpeándome en la cara mientras los gemidos y las olas de placer recorrían y tensaban sus músculos. Me corrí una y otra vez pero ella no se detenía sino que incrementaba su pasión.

Finalmente mi flácida polla salió deslizándose de su coño y se detuvo jadeando sobre mi con los ojos cerrados.

Yo no podía moverme, estaba a punto de desmayarme y todo me daba vueltas, me dolía TOOOOODO y sentía mi cuerpo aplastado y hundido en aquella cama.

¿Había terminado? Era imposible que mi polla volviera a ponerse dura, al menos en días. Yo ya no tenía nada que ofrecerle, o al menos eso pensaba.

Gateó sobre mi cuerpo con una sonrisa dibujada en su cara de ojos entrecerrados y abrió un cajón de la mesita de noche, cogió algo. Luego se sentó en mi pecho y me miró con ansia.

Yo no podía ni hablar ni moverme, la miré con expresión de súplica mientras mis ojos enfocaban lentamente aquello que había sacado del cajón.

Mi corazón dió un vuelco al ver una pastillita de color azul en la mano de aquella ninfómana. Aquello era viagra y significaba que...

Intenté escapar pero, fue imposible ya que mis brazos estaban atados a la cama y ella sentada sobre mi cuerpo.

Suplique clemencia como un niño y lloré como nunca había llorado mientras la mujer me penetraba con su ardiente mirada.

“Más” dijo en tono cruel e introdujo la viagra lentamente en su coño. Luego lo acercó lentamente a mi boca mientras se reía a carcajadas, me agarró del pelo y tiró con fuerza de mi cabeza, aplastándolo contra su coño bañado de semen. Frotó con ganas mientras se perdía en el placer y los orgasmos explotaban en su interior.

Sus fluidos llenaban mi boca y nariz y me obligaban a tragar para poder respirar. Sentía que la vida se me escapaba, follado hasta la muerte por una ninfómana.

Utilizó mi cara para generarse placer hasta que la viagra hizo su efecto y mi polla emergió de entre los muertos.

Me dolía mucho la polla pero eso a ella no le importaba. Introdujo mi sexo en su ser y cabalgó sobre mi sin descanso durante horas. Cada vez que me corría me dolía más, cada orgasmo era una pesadilla y finalmente me desmayé.

Desperté en el mismo sitio y con la misma mujer. Nada había cambiado (sólo que ya era de día).

Angrid continuaba perdida en sus placeres y yo enterrado entre sus piernas mientras me usaba para sus necesidades.

La viagra dejó de hacer efecto y mi polla pareció deshacerse. Se enfadó al notar como mi polla desaparecía y me liberó de su peso.

Volvió a abrir el cajón y a sacar otra pastilla. Yo no podía creerlo, seguía hiperexcitada y parecía frustrada. Me miró de nuevo con aquellos ojos ardientes e introdujo la viagra en su coño.

Los siguientes minutos los pasó frotando su sexo contra mi cara, sus orgasmos se repetían y con ellos sus generosas corridas. Tenía que tragar para poder respirar.

Sentí mucho dolor cuando su mano empezó a frotar mi polla y mucho más cuando agregó su boca y su lengua.

Trabajó mi polla sin descanso mientras apretaba su coño con fuerza contra mi cara. El dolor era indescribible y por mucho que lo intentaba (con otra viagra incluida), mi polla no se despertó.

Rabiosa abandonó sus intentos por endurecer y usar mi polla y se enfadó conmigo.

Me abofeteó mientras me gritaba “esa pollita tuya no sirve para nada”, su expresión mostraba una mezcla de excitación y rabia extraña.

Supliqué me liberara pero respondió que todavía no había quedado satisfecha y que, como mi polla no funcionaba debería usar algo distinto.

Abrió de nuevo el cajón y cogió una polla de goma, negra y enorme que tenía una especia de bola al principio.

“Ahora abre la boca” ordenó mientras introducía aquel monstruo entre mis dientes. Creí que iba a dislocarme la mandíbula ya que casi no me cabía en la boca.

Una vez colocada me miró satisfecha mientras movía su cuerpo. Ahora tenía una polla grande y dura saliendo de mi boca y pude ver con horror como aquel coño se acercaba decidido a mi cara con la intención de usar aquella polla para su placer.

Pasaron horas mientras aquella mujer saltaba contenta sobre mi cara, empalándose en aquella polla.
Me desmayé de nuevo (ya era de noche).

Desperté en un hospital. Mi cuerpo había sido encontrado desnudo en un callejón con graves heridas.
No me preguntaron qué había ocurrido, dieron por hecho que había sido atacado por alguna banda y me habían dado una paliza. Yo apoyé dicha teoría incapaz de decir la verdad.

FIN

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