miércoles, 4 de marzo de 2009

Racismo 2 (La enseñanza)

Cuando recuperé la conciencia me encontré tirado en el suelo de mi habitación y allí estaba Bea, sentada sobre mi barriga leyendo revistas, un terrorífico escalofrío recorrió mi cuerpo cuando reconocí los artículos que estaba mirando, había abierto mis cajones y examinado mi habitación mientras yo estaba inconsciente, había encontrado una parte de mi que ella no conocía y que yo no quería enseñarle.

Observé su expresión, estaba furiosa, quizá incluso más que cuando me había corrido sobre su piel, me miró con unos ojos llenos de furia. - ¿Estas ideas tienes enano?- me preguntó al verme consciente. -Asqueroso racista, sólo quería darte una lección por correrte sobre mi, pero ahora he cambiado de opinión-.

-No tienes derecho a registrar mis cosas- le dije entre dientes. -Ahora le diré a mi padre lo que has hecho, negra de mierda, y os echará de nuestra casa a ti y a tu asquerosa madre- y entonces intenté levantarme, pero me fue imposible, no podía liberarme de debajo suyo. Ella empezó a reír.

-Esta ya no es tu casa dijo entre risas, ni esta tu habitación, ahora nos pertenece la casa y lo que contiene, incluyéndote a tí blanquito.- Yo no entendía lo que me decía, esta casa es de mi padre y siempre lo ha sido, luché por apartar su cuerpo pero no pude, entonces empecé a gritar llamando a mi padre. Ella reía viéndome impotente bajo su poder, yo podía notar como disfrutaba humillándome y aplastándome bajo su cuerpo.

-Así que tú eres la raza superior ¿eh?- dijo mientras yo sacudía mi cuerpo inútilmente intentando salir. -¡¡PAPAAA!!- gritaba sin cesar, los minutos pasaron y mi padre no apareció, ella gemía de placer ante mis intentos por escapar, finalmente decidí dejar de intentarlo.

-¿Ya has acabado de patalear y chillar como un cobarde?- me preguntó excitada. -¿Eso es el poder de la raza aria?- agregó entre risas. Acercó su cabeza a mi oreja y con una voz sensual y excitante me dijo -Serás mio-.

-¡Suéltame zorra!- logré gritar antes de que se sentase sobre mi cara, y allí volvió a estrujarme entre su poderoso culo, yo no podía hacer nada, ni tan solo respirar, notaba como mi cara era absorbida por su trasero, me sentía masticado y utilizado por ese enorme, redondo y precioso culo que no me dejaba ni respirar. Mis brazos estaban inmovilizados bajo sus poderosas piernas.

Cuando me sentía desfallecer me liberó de la presión y me preguntó: -¿deseas chupar mi negro coño superior verdad?- Yo respiraba con dificultad, intentando recuperar el oxígeno, alimentando mis células con el invisible elemento. -Déjame ir- conseguí decir mientras mi respiración se normalizaba, entonces ella se volvió a sentar sobre mi cara, ahogándome de nuevo entre sus nalgas. -No pararé hasta que seas mio- dijo ella.

La situación se repitió varias veces, hasta que al final le respondí que si, que deseaba comerle el coño. Ella se puso de pié sin dejar de apretar mi torso entre sus pies y se quitó los cortos pantalones, dejándolos deslizar lentamente por sus increíbles piernas, no llevaba ropa interior, tenía un coño enorme, palpitante y húmedo que se contraía en pequeñas sacudidas producidas por el calentón que ella sentía al dominarme. Era la primera vez que veía el sexo de una mujer tan cerca de mi.

Lentamente empezó a descender de nuevo, separó las piernas, una a cada lado de mi cabeza, dejando su entrepierna a escasos centímetros de mi cara, podía oler claramente su perfume, un olor a sexo fresco que nunca antes había sentido. -Chupa ahora- ordenó mientras separaba sus labios con los dedos y me enseñaba las paredes rosadas y húmedas de su feminidad.

Saqué la lengua y chupé, besé, lamí y absorbí cada rincón de su zona más privada, noté como mi polla volvía a ponerse dura y como crecía en mi el deseo a penetrarla y poseerla, una idea estúpida teniendo en cuenta quién dominaba a quién. -Oh! si- siseó ella entre dientes mientras cerraba los ojos.

Ella empezó entonces a moverse con agresividad, con frenéticos movimientos de cadera que destrozaban mi cara, aplastaban mi nariz y me hacían gemir de dolor, sus ardientes labios envolvían mi faz y succionaban, apretaban y se restregaban por mi boca, gritaba de placer mientras yo intentaba, sin éxito, zafarme de ese poder, liberarme del miedo que sentía al ser aplastado por ese negro coño.

Así pasaron largos minutos, restregándose violentamente contra mi cara, usando cada milímetro de mi piel para darse placer, gimiendo como una loca, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, cada vez más agresiva y cada vez más doloroso, pero mi polla seguía allí dura como una piedra, deseosa de explotar de placer. Sus gritos aumentaron, su ritmo se detuvo y la presión aumentó, me aplastó contra su húmedo agujero de placer, hundiendo parte de mi cara en su ser mientras se corría salvajemente en mi boca, sus fluidos empaparon mi cara, impidiéndome respirar a la vez que sentía dolorosas contracciones producidas por su potente sexo. Tuve que tragar si quería seguir consciente, tragar y respirar, tragar y respirar, tragar y respirar...

Lo único que pude hacer una vez fui liberado de su prisión, fue toser, respirar y toser, en ese momento sentía mi cara aplastada, mi nariz chata y mi boca dormida, el dolor era tremendo pero mi polla seguía firmes escondida bajo la ropa. No entendía como esa mujer podía conseguir ese efecto en mi.

-Mmmm. Mi hombre de raza superior- dijo entre gemidos mientras me acariciaba el pelo. -¿dónde está la superioridad de la raza blanca?- preguntó ardiente. -Ahora eres mi esclavo ¿verdad?- yo todavía no me había recuperado, necesitaba tiempo y oxígeno antes de poder pronunciar ninguna palabra. No podía hacer nada ante ella, debía seguirle el juego, ya llegaría el momento para darle su merecido cuando le explicara a mi padre lo que esa negra me había hecho.

-Haré lo que quieras- conseguí decir cuando recuperé el aire. -Bien, de momento serás mi perro- me dijo mientras se ponía de pié -Desnúdate, los perros no usan ropa- tenía que seguirle el juego pero, ¿cuándo acababa el juego? no luché porqué pensaba que iba a durar poco, pero ahora me quería desnudar y convertirme en su perro, yo no iba a ser el perro de una negra. Yo seguía inmóvil en el suelo, pero ella había bajado la guardia, estaba quitándose la poca ropa que le quedaba para quedarse en cueros, no sabía lo que quería hacer ahora, quizá iba a dejar que la follara, eso si se lo dejaría hacer, pero quizá no, tal vez tenía otras ideas que no me iban a gustar.

Finalmente decidí que no le iba a seguir más el juego, ella me había cogido por sorpresa pero yo era el macho blanco superior, ella tenía que ser mi esclava, quería atravesarla con mi polla quería destrozarla bajo la supremacía de mi raza, estaba en mi casa, en mi habitación y me había humillado y usado, iba a recibir su merecido.

Esperé que estuviese despistada, ataqué cuando la sentí más vulnerable, fue cobarde lo reconozco, pero ella también me había cogido desprevenido. Salté sobre su espalda cuando no miraba, rodee su cuello con un brazo y con las piernas la cintura, la tenía bajo mi control, ya era mía, o eso pensé al ver que no conseguía liberarse de mi llave, mi polla gozaba mientras la apretaba contra su cuerpo desnudo e indefenso. Intenté tirarla al suelo pero no podía, ella seguía de pié conmigo en su espalda como una mochila. Yo apretaba con fuerza para conseguir doblegarla mientras ella luchaba por liberar su cuello de mi presión pero no conseguía tumbarla aunque la ahogaba lentamente con mi brazo. Aprovechaba la situación para restregar mi polla contra su espalda, gozando de la situación.

Repentinamente empezó a sacudir su cuerpo con una fuerza devastadora, pero conseguí mantenerme fuertemente agarrado a ella y no consiguió su objetivo. Yo apreté con todas mis fuerzas, cerré los ojos y aumenté al máximo la presión en su cuello mientras ella luchaba y jadeaba, seguí ahogándola fuertemente y cuando me creía vencedor, ella se lanzó contra la pared, aplastando mi cuerpo una y otra vez mientras lanzaba codazos contra mis costillas. Resistí poco, el dolor era tremendo y finalmente, consiguió liberarse.

Ella jadeaba y se acariciaba el cuello mientras miraba mi cuerpo tirado en el suelo. Me dió mucho miedo, su mirada era igual a la de una tigresa justo antes de atacar a su presa. -Tendré que enseñarte quién manda- me dijo entre jadeos. -Voy a demostrarte que tu ridículo cuerpecito de medio hombre no puede hacer nada con una negra de verdad-.

Me obligó a levantarme agarrándome del pelo y tirando de mi hacia una de las esquinas de la habitación, yo me sentía exhausto después de haber intentado tumbarla sin éxito y no me quedaban energías. Agarró firmemente mi cabeza con sus manos y empezó a golpearme en la barriga, abdomen, costillas y entrepierna con unos potentes rodillazos, yo intentaba doblarme y proteger mi cuerpo de los demoledores golpes de Bea, pero ella tiraba de mi cabeza hacia atrás evitando que pudiera protegerme. Estuvo golpeándome con potentes rodillazos durante un buen rato. Yo podía protegerme con los brazos y las manos pero sus rodillazos atravesaban mis defensas, hundiendo mis manos en mi ser bajo sus potentes golpes, golpeando los huesos de mis manos. Perdí de nuevo el conocimiento mientras seguía lanzando potentes rodillazos y me castigaba con su potente furia.

Cuando recuperé el conocimiento me encontré desnudo en el suelo, tumbado boca arriba. Ella seguía en mi habitación, también totalmente desnuda, su piel brillaba levemente a causa del sudor, lo que marcaba todavía más su potencia física, parecía imposible que un cuerpo de mujer pudiese ser bello y fuerte a la vez, pero así era ella. Me miraba agresivamente, con los brazos en jarras, apoyando los puños en sus caderas, las piernas abiertas y la cabeza bien alta. Su posición y actitud la hacía más bella y peligrosa que antes.

-Soy tu dueña y tú mi esclavo ¿de acuerdo?- preguntó cuando se percató de mi estado de consciencia.

-Jódete asquerosa negra- repliqué furioso mientras me ponía de pié ignorando el dolor que sentía en mi barriga, costillas y pelvis pero no llegué a levantarme del todo, ella me agarró con sus fuertes brazos y me lanzó con fuerza hacía arriba, la gravedad hizo el resto, golpee el suelo como un saco de patatas.

-¿De acuerdo esclavo?- agregó de nuevo con actitud dominante.

-¡Nunca! tú deberías ser mi esclava- Esta vez lo grité con rabia desde el suelo, así evitaba la humillación de ser lanzado como un saco de patatas. -Lo serás- afirmó ella y empezó a darme fuertes patadas que me hacían rodar por el suelo y gritar de dolor. -¿Quieres ser mi esclavo?- preguntaba mientras me pateaba cruelmente con sus poderosas piernas. -Nunca animal- gritaba entre gemidos de dolor. -¿Seguro?- agregó mientras me seguía pateando cruelmente. Sus patadas eran increíblemente potentes, mi cuerpo se deslizaba por el suelo como un muñeco de trapo, el dolor era increíble y no pude evitar llorar y gemir mientras ella me destrozaba a patadas. Rió a carcajadas cuando me vió llorar a sus pies pero eso no la ablandó, siguió golpeándome con furia mientras me preguntaba una y otra vez lo mismo -¿Quieres ser mi esclavo verdad?... ¿Deseas servirme y darme placer verdad?... ¿Deseas ser mio verdad?.. Dilo, di que deseas ser mio.

-Por favor... basta- conseguí decir entre jadeos y llantos de dolor. -Si no eres mio no serás de nadie- repitió mientras me aplastaba los genitales bajo su peso. -¿Deseas ser mio?- repitió mientras iba aumentando la presión de su pié en mis castigados testículos.

-¡¡SII!! seré tuyo, suéltame por favor- grité con la cara empapada de lágrimas. -Haré lo que quieras, por favor...- agregué llorando desconsoladamente. -Bésame los pies, perro- me ordenó bruscamente mientras liberaba mis testículos de su presión. Yo cumplí sus órdenes sin vacilar, era mejor que sea golpeado, todo acabaría cuando mi padre se enterara de lo que había ocurrido.

Así estuve largo tiempo, besando sus pies y masajeando sus piernas, eran increíblemente duras y hermosas, tanto que mi polla se erguía desafiante, dura y grande, esa mujer me excitaba con su sola presencia y, ahora desnudo, no podía esconderlo. Ella sonrió al ver mi miembro duro y excitado. Empezó a acariciarlo suavemente, creando un gran placer en mi ser, sólo deseaba correrme de nuevo con furia. -Esto también es mio y sólo podrás tocarlo y usarlo cuando yo te lo ordene.- Ella todavía no había acabado la frase que yo ya me estaba corriendo, lanzando mi leche con fuerza, gozando... aunqué duró poco. Ella apretó con fuerza mis pelotas con la misma mano que segundos antes me daba placer, así acabó con mi orgasmo.

-Ahora limpia toda tu asquerosa leche con la lengua- me dijo mientras se metía en la cama, en MI cama, yo no repliqué ni vacilé, total ya lo había hecho antes y era mejor que ser apalizado y humillado de nuevo, así que limpié con mi lengua todas las manchas de semen que encontré en la habitación. Al finalizar me dijo que ahora ya podría dormir pero que tenía que hacerlo en los pies de la cama, como un perro, agregó ella entre risas.

No recuerdo nada más, estaba tan agotado que me quedé profundamente dormido en los pies de lo que antes era mi cama.

Se alquila habitación 2 (Sin salida)

Los días pasan y Manuel es sumiso con sus "amas", así es como ellas quieren que se dirija, todo tiene que finalizar con "ama". Con el tiempo ha aprendido a ser sumiso y hacer todo lo que le ordenan, ya que en caso contrario Karen suele disfrutar mucho atormentándolo y haciéndole mucho daño. Pero Manuel no ha perdido la esperanza, no puede hacer nada contra ella, ya que lo supera físicamente de manera brutal, en cambio, Kate no tiene la misma anatomía.

Kate es una mujer preciosa, con un cuerpo firme pero no tan musculado, Manuel está convencido de que puede someterla y escapar con éxito, sólo tiene que esperar el momento adecuado, seguro que en algún momento Kate quedará sóla en casa y entonces, podrá escapar.

Manuel sonríe mientras la puerta de la sala se abre y entra en acción Karen, desnuda sobre sus zapatos de tacón alto, Karen siempre se presenta igual, piensa Manuel al verla entrar. Ella deja la puerta abierta, le gusta dejar la puerta abierta para que Manuel intente escapar mientras ella lo evita usando su fuerza. -Puedes salir... si puedes- le informó en voz sugerente, no era la primera vez que se le proponía tal situación y nunca había podido traspasar el umbral de la puerta, pero siempre lo intentaba.

Manuel saltó como impulsado por un resorte, rápido y ágil, intentando deslizarse entre las piernas de su captora. Karen sorprendida, cerró las piernas a tiempo, aprisionando a Manuel entre sus poderosos muslos, apretando y gozando de su superioridad. Manuel gritaba debido a los increíbles dolores y calambres que le recorrían el cuerpo, ella continuaba cerrando firmemente sus piernas mientras su excitación aumentaba al ver al hombre pateando, fácilmente dominado.

Las carcajadas de Karen resonaban en la habitación mientras Manuel intentaba separar esos muslos, duros como el acero. Karen cruzó sus tobillos para poder generar más presión, y apretó con más fuerza, aplastando el torso entre sus rodillas y haciendo crugir sus costillas. Él chillaba a causa del tremendo dolor mientras Karen disfrutaba. Finalmente, Karen liberó la presión y Manuel cayó al suelo, jadeando y llorando.

-Patético- escupió ella mientras él se revolvía en el suelo a causa del dolor. -Por favor... déjame ir- consiguió decir entre sollozos. La expresión de Karen cambió -¿Acaso te he dado permiso para hablar?- respondió ella furiosa. -¡Sólo hablarás cuando se te indique!- y pateó el cuerpo del chico con fuerza. -y debes agregar siempre "mi ama"-. Otra patada se estrelló en el torso de Manuel. -¿Entendido?- preguntó ella mientras seguía pateando el cuerpecito de su regalo.

-¡Si mi ama!- las palabras salieron entre sus dientes mientras ella continuaba lanzando patadas contra su cuerpo. -Bien mi pequeñín- y las patadas cesaron. -Hoy estaré fuera, con lo que te quedarás a solas con Kate y deberás portarte bien. Si cuando vuelvo, ella me dice que te has portado mal, sufrirás las consecuencias, ¿de acuerdo?-. Finalmente había llegado su oportunidad, tuvo que contenerse para que Karen no viera la sonrisa dibujada en su cara. -Entendido mi ama, seré bueno- respondió él.

Karen lo miró satisfecha y abrió sus piernas, a la vez que con sus manos separaba sus nalgas, mostrando su prieto ano al tembloroso Manuel. -Chupa- agregó divertida y él hundió su lengua entre las carnes de esa negra. Karen disfrutó y Manuel lo notaba, ella se acariciaba el clítoris con sus dedos, alimentando su placer mientras él introducía profundamente su lengua y chupaba su trasero. Así pasaron largos minutos hasta que Karen explotó de placer, los jugos calientes resbalaron por la cara del hombre mientras él seguía acariciando con su lengua el ano de esa mujer.

-Muy bien nene- susurró satisfecha Karen tras disfrutar de su orgasmo y tras esto, salió de la sala, finalizando así el calvario. Manuel agudizó sus sentidos, intentando averiguar lo que sucedía al otro lado de la puerta, esperando el momento en el que Kate estaría sola e indefensa.

Pasaron interminables momentos y los distintos ruidos que oía no le permitían adivinar la situación en la casa, pero finalmente, escuchó el motor del coche arrancar y el ruido de los neumáticos al alejarse por la carretera. "Ya se ha ido" pensó excitado, deseando poner en práctica su plan, someter a Kate y escapar. Ahora sólo tenía que encontrar el modo de salir de la habitación o obligar a que ella entrara.

Ante su sorpresa, la puerta se abrió, y allí estaba Kate, mirándolo con una sonrisa burlona. -Haz todo lo que te ordene o le diré a Karen que has sido muy malo ¿entendido?- agregó ella en tono burlón mientras entraba en la habitación. "Estúpida" pensó él al verla entrar indefensa. -¿quién evitará que te de una paliza y escape, pedazo de puta?- gritó furioso Manuel mientras se abalanzaba contra ella a toda velocidad. -Mis conocimientos en artes marciales y lucha cuerpo a cuerpo- respondió ella lanzando una patada voladora que se estrelló en la sien del chico, quién, a causa del impacto, perdió el equilibrio y se estrelló de bruces contra la pared.

Manuel, incrédulo, se limpió con la mano la sangre que brotaba de su nariz y miró sorprendido a Kate, quién ahora mostraba una posición de combate, con los puños en alto y las piernas flexionadas, preparada para la batalla. -Jajaja ¿que pasa hombretón? ¿no te esperabas esto eh?- Manuel se lanzó de nuevo, esta vez con el puño por delante, directo a su cara, ella bloqueó el puñetazo con su mano izquierda y con el derecho lanzó unos rápidos puñetazos en el abdomen del muchacho, que cayó al suelo sin poder respirar.

Kate se reía de Manuel, quién poco a poco empezó a recuperar el aliento. -Venga chiquitín- y se lanzó de nuevo, lanzando patadas y puñetazos a diestro y siniestro, ella los bloqueaba con gran técnica, evitando que se estrellaran en su cuerpo, a los pocos minutos, Manuel se encontraba agotado, respiraba profundamente, recuperándose del esfuerzo inútil.

-Jajajajaja, que patético eres- agregó ella entre risas -Besa mis pies y no serás castigado- ordenó excitada. -Jódete zorra, seguro que puedo contigo- gritó él recuperándose del esfuerzo. Los ojos de Kate se llenaron de ira -Voy a enseñarte que no puedes, eres demasiado poco hombre para mí- agregó antes de lanzarse con furia contra Manuel.

Una fuerte patada se estrelló contra su cara, obligándolo a moverse hacia su izquierda y seguidamente, el mismo pié lo golpeó de nuevo, pero esta vez en dirección contraria. Kate tenía gran técnica y mejor forma física de la que él creyó en un principio, le estaba lanzando unas patadas demoledoras con el mismo pié, lanzando y recogiendo, lanzando y recogiendo, la pierna siempre se mantenía en el aire mientras pateaba su cara, lanzó varias patadas y luego una doble, lanzando primero la pierna derecha y finalizando con la izquierda, girando completamente su cuerpo y mientras él caía a su izquierda a causa de los golpes, ella lanzó un gancho de izquierdas que se estrelló fuertemente en su cara, evitando que el cuerpo cayera al suelo.

Manuel se tambaleaba de un lado a otro, los golpes no cesaban nunca, primero derecha, luego izquierda y así sucesivamente. Los puños de Kate eran rápidos y potentes, Manuel no podía evitar la paliza mientras Kate disfrutaba golpeándolo. Finalmente cayó inconsciente bajo una lluvia de poderosos golpes.

Recuperó la consciencia en el mismo lugar, su cuerpo ardía por los golpes recibidos. Miró a su alrededor y pudo observar que Kate seguía allí, en la habitación esperando.

-¿Eres muy débil sabes?- dijo ella cuando percibió que Manuel se había despertado. -Levántate y pelea como un hombre-

Se levantó con dificultad a la vez que se limpiaba la sangre que brotaba de su nariz. Kate volvió a su posición de combate, con los puños en alto y las piernas flexionadas, Manuel hizo lo propio y también se colocó en posición de combate, esta vez no subestimaría a su adversaria.

Esta vez fue Kate quién atacó primero lanzando una patada directa a la cara de Manuel, él pudo bloquear el golpe pero antes de poder reaccionar, una serie de directos de izquierda se estrellaron contra su cara seguidos de un demoledor y potente puñetazo con la derecha que lo hizo caer de nuevo al suelo. Kate aprovechó la situación para patear el cuerpo de Manuel, que rodó por la habitación de un lado a otro mientras las patadas golpeaban repetidamente sus costillas.

Manuel se revolvió sobre su cuerpo, golpeando las piernas de Kate, consiguiendo que perdiera el equilibrio y cayese al suelo junto a él, entonces saltó sobre ella con la intención de inmovilizarla pero Kate escondía más fuerza de lo calculado, ambos cuerpos rodaron por el suelo mientras luchaban por obtener el control. Finalmente Manuel consiguió mantenerse sobre el cuerpo de Kate y con mucho más esfuerzo de lo imaginado consiguió inmovilizar los brazos de la rubia contra el suelo.

-Ya te tengo zorra- exclamó Manuel feliz por haber conseguido el control. -¿Seguro?- respondió ella mientras sus ojos se llenaban de ira. Empezó entonces a sacudir su cuerpo con energía, haciendo que el cuerpo de Manuel se desplazara hacia delante y obligándolo a aumentar su fuerza para mantener el dominio. Luego con un movimiento rápido y enérgico levantó sus piernas, pasándolas por los costados del chico y deslizó sus tobillos por sus axilas, entonces estiró con fuerza sus piernas haciendo que el cuerpo de Manuel se doblara hacia atrás y acabara cayendo de espaldas entre sus piernas, liberándose así del dominio.

Kate hizo rodar su cuerpo, manteniendo a su contrincante agarrado entre sus piernas, ahora estaba ella sobre el cuerpo de Manuel y deslizaba su cuerpo para aumentar el agarre de sus piernas, consiguiendo que la parte superior de Manuel quedara inmóvil entre sus piernas. Manuel estaba derrotado, ella aprovechó su posición para azotar el desprotegido culo del macho. Manuel no podía hacer nada, sus brazos se movían inutilmente sobre su cabeza y sus lágrimas y gritos de clemencia no servían para nada.

-Ábrete de piernas- ordenó la chica mientras lo azotaba. -No, por favvvor, déjame ir-. Kate azotó con más fuerza el culo de su víctima mientras repetía su orden. Al final Manuel acató la orden y abrió sus piernas, separando sus glúteos y mostrando el desprotegido ojete.

Kate introfujo el dedo índice en el agujero, causando en Manuel un gran dolor. Los chillidos de dolor retumbaban en las paredes de la habitación mientras Kate removía su dedo agresivamente dentro de su ser. El dolor era terrible y fue en aumento cuando Kate sumó otro dedo a la tortura. Sus piernas se cerraban con fuerza, retorciendo los brazos del chico bajo su potencia. Él sólo chillaba incapaz de liberarse.

La tortura fue en aumento, 3 dedos, 4 dedos, la mano y finalmente el puño entero se introducía violentamente en sus entrañas, hundiéndose hasta lo más profundo mientras Kate gemía de excitación. El dolor aumentó cuando Kate abrió su mano dentro del cuerpo del chico, desgarrando los tejidos y apuñalándolo con sus uñas. -¿Te gusta?- preguntaba irónica mientras la sangre brotaba entre las piernas de Manuel.

Después de destrozarlo de la manera más humillante posible, lo obligó a girarse boca arriba y se sentó sobre su pecho, inmovilizando de nuevo sus doloridos brazos con sus rodillas. Manuel lloraba asustado, indefenso de nuevo entre las piernas de aquella belleza rubia que lo había violado y humillado cómo nunca antes, el dolor era terrible.

-Limpiame la mano con tu asquerosa lengua- ordenó metiendo sus dedos en la boca de Manuel y él cumplió su deseo sin rechistar y se tragó su sangre, su mierda y los restos de tejidos adheridos a las uñas de Kate. Tuvo que lamer, chupar y tragar hasta que a ella le pareció correcto. Luego lo abofeteó durante demasiado tiempo. Manuel acabó sangrando por los poros de la cara.

Cuando Kate salió de la habitación, él todavía seguía llorando en el suelo, sangrando por varias heridas, humillado y derrotado por lo que él creyó su fácil salida.

Al regresar Karen, Kate le explicó que Manuel había intentado escapar y que la había pegado pero que había podido contenerlo y evitar su huida. Karen entró loca de rabia en la habitación con la intención de matar a Manuel.

Continuará...

Se alquila habitación 1 (El regalo)

Se alquila habitación - El regalo
by WomnTop, womntop@gmail.com
Un joven es engañado y dominado al alquilar una habitación en un piso compartido por 2 poderosas mujeres.

Todo empezó el último año de carrera, tuvimos que realizar prácticas en empresas extranjeras para finalizar así nuestra formación. Manuel tuvo la suerte de encontrar prácticas en una empresa inglesa cerca de Manchester.

Manuel siempre ha sido algo despistado y dejado, al parecer, cuando llegó a Manchester no tenía dónde alojarse, así que tuvo que buscar una habitación el mismo día que llegó y la fortuna le sonrió de nuevo, ya que encontró una habitación en una casa a las afueras de la ciudad. Era una casa tranquila, bonita y apartada en la que vivían 2 jóvenes inglesas, aunque sólo una de ellas se encontraba en casa durante la entrevista con Manuel.

Ella era alta, rubia, de ojos y piel claros, una cara preciosa, angelical y un cuerpo de infarto, debería rondar los 30 años. Le preguntó de dónde era, cuanto tiempo iba a quedarse si estaba sólo o con compañeros, etc. Manuel tenía que concentrarse para mirar a esa mujer a los ojos ya que era desafiado por un sugerente escote y unos pechos perfectos. No pudo creer su suerte cuando le informaron que efectivamente podría alquilar la habitación y vivir con semejante espécimen de hembra, lo ponía a mil y tal vez podría follársela, a ella o a la compañera de piso que todavía no conocía pero sí sólo tenía una cuarta parte de la belleza de Kate (que así se llamaba la estudiante rubia) ya tendría suficiente.

Manuel se instaló rápidamente mientras Kate le indicaba algunas normas de convivencia y funcionamientos de puertas, luces persianas, etc. Finalmente le informó acerca de Karen, nombre de la otra compañera de piso, la cual volvería mañana del entierro de un pariente lejano. - Cuando ella venga intenta ser agradable, ya que ella desconoce que he alquilado la habitación y será una sorpresa para ella - comentó Kate a Manuel con seguridad. - Está pasando un mal momento y creo que este cambio le gustará, - agregó Kate.

Kate continuó hablando - Karen es mi novia, nosotras vivimos juntas y tú serás la primera persona con la que compartamos piso.-. Los sueños de Manuel se desmonoraron, eran lesbianas y eso cerraba las puertas a su imaginación. Kate comprobó como la expresión del chico se oscurecía a causa de la noticia. -Somos una pareja liberal y nunca he probado un macho ibérico- agregó Kate mientras se mordía con deseo el labio inferior, tras esto cerró la puerta de la habitación. Manuel se durmió soñando un "menage a trois" con las dos lesbianas, haciéndolas gemir de placer bajo su poder sexual.

Despertó sobresaltado, unos tremendos y acompasados golpes sonaban en la pared seguidos de gimoteos y gritos de placer, reconocía en ellos la voz de Kate, jadeando y gozando, gritando "SI", "MÁS", "NO PARES", "ASÍ ASI, COMO ME GUSTA", "Ohh!", los gritos de placer y golpes de la cama desvelaron a Manuel del todo, su polla se puso firmes y dura al imaginarse a las dos mujeres dándose placer en la habitación contigua, sus cuerpos entrelazados con la piel brillante a causa del sudor. Manuel no necesitó más para excitarse. Los gritos y gemidos de placer continuaban sin cesar, pasaron así largos momentos en los que Manuel se imaginaba lo ocurrido en la habitación contigua hasta que eyaculó sin control, durmió de nuevo por el cansancio mientras los sonidos acompasados y gemidos de placer continuaban sin fin.

Al despertar reinaba el silencio y él tenía unas ganas tremendas de ir a mear, así que se levantó se puso la bata, las zapatillas y abrió la puerta con cuidado para no hacer ruido, pensó y recordó la ubicación del water, tenía que cruzar el pasillo y lo encontraría a la derecha, casi tuvo que correr para llegar a tiempo pero llegó y descargó lo que le parecieron varios litros de orina, satisfecha se dirigió de nuevo a su habitación.

La puerta contigua estaba abierta y no pudo evitar mirar su interior al pasar por delante. Tumbadas en la cama y totalmente desnudas estaban las dos mujeres, Kate se encontraba todavía más bella, tenía un cuerpo sexy y sensual, repleto de curvas imposibles, sin celulítis ni grasa, el culito tonificado y potente, los pechos jugosos y redondos, los brazos sobre su cabeza, inmovilizados con esposas en la cabecera de la cama.

Este último detalle casi pasó inadvertido por Manuel que tuvo que volver a mirar para darse cuenta que, efectivamente, Kate estaba atada a la cama, esa situación lo excitó muchísimo, tenía a pocos metros a la mujer más bella que jamás hubiera visto, desnuda y atada. Entre ellos, Karen.

Karen era una mujer de raza negra, con una gran potencia física de cuerpo curvilíneo y musculatura de hierro. Manuel supo con sólo verla que Karen era mucho más fuerte de lo que él pudiera imaginar nunca, tenía unos muslos prietos, un culo redondo y musculoso, una espalda bien desarrollada, brazos torneados, labios carnosos y pelo corto en un cuerpo grande y potente, distintos tatuajes de dominación y poder femenino cubrían su dura piel. De su cuello colgaba una cadena con las llaves de las esposas que tenían inmovilizada a Kate. Karen era una mujer muy especial.

Manuel estaba de nuevo a tono, su polla palpitaba dolorosamente entre sus piernas, no podía controlar su excitación ante semejantes ejemplos de mujer, disfrutaba mientras observaba esos cuerpos de ébano y marfil, lujuriosos y excitantes, gozó hasta descubrir la penetrante mirada de Karen fija en él, escondió su erección y rojo de vergüenza se metió en su habitación. -Hay alguien en casa- oyó gritar en la habitación contigua. -No, tranquila es... es tu regalo.- respondió Kate claramente nerviosa -desátame y... y te presento, es para tí.- Para Manuel el tiempo se había detenido, "¿regalo?" que significaba todo eso. Estas fueron las últimas palabras que oyó Manuel antes de que su puerta se abriera y entrase Karen.

Karen era mucha mujer, Manuel la observó impotente, incapaz si quiera de tragar saliba ante la intimidante presencia de aquel cuerpo de ébano, Manuel nunca fué alto ni musculado y Karen si lo era, la diferencia física entre ambos seres era notable ya que Karen le sacaba más de una cabeza y tenía un cuerpo macizo, grande, lujurioso y poderoso, los muslos de ella eran como el cuerpo de él, unos enormes pechos, claramente operados, desafiaban las leyes de la gravedad, parecían dos misiles preparados para ser lanzados, con dos pezones grandes, duros y afilados, en el cuerpo de aquella negra no había indicios de grasa, sólo rocosas masas de increíbles músculos. Manuel todavía podía escuchar los sollozos y súplicas de Kate que repetían una y otra vez lo mismo "desátame".

Antes de poder reaccionar, Karen agarró firmemente a Manuel del cuello con una poderosa mano, con la que lo levantó del suelo y zarandeó igual que un muñeco de trapo, casi no podía respirar. No pudo hacer nada para evitarlo, en pocos segundos y con una sola mano había sido controlado y anulado por una mujer que sonreía satisfecha mientras lo llevaba a la habitación contigua. -¿Que significa esto?- preguntó a Kate con ironía mientras mantenía a Manuel inmovilizado por el cuello. -Es un regalo para tí cariño- respondió angustiada desde la cama. -Desátame y...- Karen no dejó que finalizara la frase -¿para que lo quiero, es débil y patético?- Manuel se notaba al borde de la inconsciencia, la mano de Karen parecía una tenaza de acero cerrada en su cuello que no permitía el paso del oxígeno, su cara estaba roja y sus manos luchaban por liberar la presión a la que era sometido por la increíble negra.

-¿No será para tí? ¿no tienes suficiente conmigo?- gritó Karen mientras lanzaba cruelmente a Manuel contra una pared, haciéndolo rebotar y caer de bruces al suelo. -¡No me gustan los hombres, ya lo sabes, los odio!- agregó Karen ciega de rabia y Kate se rió, rió a carcajadas mientras observaba a su pareja. -No lo entiendes amor, es un macho ibérico, todo para tí. Nadie sabe que está aquí, nadie lo conoce y nadie lo echará en falta, puedes hacer lo que quieras con él, lo que quieras.- agregó Kate finalmente mientras sus ojos brillaban de excitación. -No es sólo un hombre, es tu hombre, tu posesión, tu esclavo. Siempre has deseado someter a los hombre y aquí tienes un macho ibérico todo para tí, haz lo que quieras con él amor-.

Los ojos de Karen se iluminaron y en su boca se dibujó una sonrisa, ahora, la mujer miraba a Manuel con gran deseo, sus ojos brillaban de excitación. Karen desató a Kate -Gracias- le dijo antes de besarla con gran pasión -me encanta tú regalo- agregó mientras sus cuerpos se fundían en un abrazo interminable. Manuel, inmóvil y asustado vió como las dos mujeres se tocaban mientras él miraba atónito la escena. Kate no podía evitar gritar de placer, Karen la sujetaba con su poderoso físico, volteándola en el aire mientras con sus manos y su lengua recorría la blanca piel de la increíble rubia, sus dedos desaparecían adentrándose en la jugosa carne de Kate, ella gritaba de placer y gemía de excitación mientras se corría salvajemente una y otra vez bajo el control de su poderosa pareja.

Para Manuel el tiempo parecía no avanzar mientras las dos mujeres gozaban de placer frente a él. Su polla latía por la excitación generada, Kate chilllaba y se retorcía en las manos de la potente negra, quién introducía su larga lengua en su húmedo coño. Manuel vivía la escena con una tremenda excitación, quería sumarse a ellas e introducir su dura polla en sus carnes pero el miedo lo mantenía congelado. Kate se corría repetidamente mientras gemía de placer hasta límites insospechados. Karen sabía darle a Kate lo que más anhelaba, la llevó al éxtasis y siguió hasta que Kate se desmayó sobre la cama entre gemidos de placer.

Manuel pudo observar claramente como Karen gemía y se corría tras haber llevado a su novia hasta el límite, él también se corrió, ahora los fogosos ojos de la mujer miraban el cuerpo brillante y desnudo que se agitaba sobre la cama, abrió un cajón y sacó un trozo de goma con correas de cuero que se ajustó a sus caderas, creando así una enorme polla de color negro. Manuel no pudo evitar sentirse muy pequeño e indefenso al compararse con aquella mujer grande, poderosa, fuerte y agresiva, armada ahora con una enorme y potente polla de dura goma negra de unos 30 centímetros.

Los gritos de Kate desgarraron el silencio cuando su novia empezó a hundir su enorme polla por su hermoso y prieto culo. Manuel casi no podía aguantar su excitación, su mirada estaba fija en las dos mujeres que chillaban, gemían y gozaban como nunca antes había visto gozar a nadie. Su mirada se cruzó con la de Karen, quién lo miraba fijamente mientras taladraba poderosamente a la chica de marfil. -¿¡QUÉ MIRAS!?- Los latidos de Manuel se aceleraron, notó como el corazón quería salir por la boca. Karen lo miraba con odio en los ojos mientras llevaba a su pareja hacia los orgasmos más increíbles.

-Na.. nada- consigió decir Manuel mientras notaba la humedad entre sus piernas, se había corrido de nuevo, la excitación era demasiado para él. Kate se retorcía y gemía de placer bajo el control de esa diosa de ébano y Karen no paró hasta que ambas gritaron y se corrieron llevadas al éxtasis. Él no pudo desviar la mirada en ningún momento.

Los pasos de Karen la acercaron al muchacho, quién, temblando de miedo, vió como la oscuridad lo acechaba. Kate seguía gimiendo de placer en la cama medio inconsciente a causa de las tremendas sensaciones que todavía recorrían su ser.

-Esto será lo más cerca que estarás nunca de ella- dijo Karen mientras balanceaba su polla frente a la cara de Manuel. -Chupa sus jugos, siente su aroma-. Ordenó secamente mientras acercaba su cuerpo, balanceando los húmedos 30 centímetros frente su boca. -No, por... favor, me iré y no diré nada, déjame ir.- Las lágrimas recorrían sus mejillas mientras el miedo a esa increíble mujer impedía que se moviera. -No te he dado permiso para hablar asqueroso eunuco- gritó Karen antes de azotar la cara de Manuel con su enorme y siempre dura polla. -Habla sólo cuando te pregunte- dijo antes de azotar de nuevo su cara con su húmedo miembro -Y agrega siempre: mi ama ¿de acuerdo?- preguntó mientras castigaba la cara de Manuel con la enorme polla negra. -S... si mi am...ma- consiguió balbucear Manuel entre llantos y lágrimas.

Karen siguió golpeando la cara de su esclavo con potentes azotes de su falsa y dura polla mientras Kate seguía gimiendo a causa de las olas de placer que todavía recorrían su cuerpo. Manuel ya no se protegía la cara con las manos ya que, protegerse la cara causaba que Karen le pateara las pelotas, así que, prefirió ser humillantemente azotado en la cara que pateado entre las piernas. Karen lo castigó hasta que la sangre brotó de una herida, Manuel notaba como la poderosa mujer gozaba y disfrutaba de la situación, aquella mujer se excitaba humillándolo y golpeándolo, dominándolo, y él no podría hacer nada, todavía no lo había intentado pero estaba congelado y dominado por Karen. Ella lo miraba desde la superioridad, con los brazos en jarras con los puños en la cadera mientras balanceaba su falo frente la boca de Manuel, con su mirada ardiente y su sonrisa perversa.

-Chupa ahora- indicó ella segura. Manuél no lo dudó y abrió la boca todo lo que pudo, inclinándose lo suficiente para notar como el duro y húmedo plástico se deslizaba por su boca, tragó y chupó con determinación pero más de la mitad de la chorreante polla seguía intacta entre los dos cuerpos. -Trágatela toda- agregó Karen mientras Manuel evitaba las arcadas y así lo hizo, tragó y tragó hasta que no pudo más, gran parte del negro falo seguía fuera y él no podía tragar más, no podía respirar y la garganta le dolía. Karen lo agarró fuertemente de su cabeza y con un golpe seco y agresivo, introdujo totalmente su herramienta en su regalo, Manuél gritó y chilló al notar como su garganta era desgarrada y su traquea violada y ocupada por plástico negro y duro como una piedra, intentó liberarse y respirar pero él no podía hacer nada contra la fuerza y el poder de Karen, quien lo tenía agarrado por la cabeza y hundía su dildo fuertemente con violentos espasmos. Manuel lloraba y gritaba clemencia pero todos los sonidos eran ahogados por esa polla que serpenteaba agresivamente en su traquea. Lo último que recordó fueron las carcajadas y gemidos de placer que su depredadora emitía mientras apuñalaba una y otra vez su dolorida garganta. Finalmente perdió el conocimiento a causa del dolor y la asfixia mientras ella gozaba de un poderoso orgasmo.

Karen descubrió un placer que jamás había sentido, someter a ese hombre la excitaba hasta límites insospechados, no podía dejar de correrse de placer mientras abusaba de su regalo inconsciente, descubrió que era mucho más fuerte y podía hacer con ese hombrecito lo que quisiera y Kate también gozaba del espectáculo.

Despertó desnudo, en medio de una sala vacía y gritó auxilio pero sólo encontró silencio. Un ardiente dolor brotó de su garganta al intentar hablar, Karen le había destrozado la garganta y debía tenerla irritada e inutilizada. Lloró como un niño mientras seguía gritando el silencio hasta que la puerta se abrió y apareció Kate. Vestía tacones y una bata semitransparente que la hacía lucir preciosa. Manuel se arrodilló y juntó las manos en señal de clemencia, sus lágrimas recorrian sus mejillas mientras su boca se abría al intentar, sin éxito, articular sonidos. Kate sonrió perversa al disfrutar del espectáculo de ver al hombre arrodillado a sus pies pidiendo clemencia mientras sus lágrimas creaban ríos de desesperación.

Gozó de esa sensación de poder, le gustó y alargó el momento todo lo que pudo mientras su coño se humedecía y sus pezones se endurecían. Claramente, la situación la excitaba. -Si cumples mis deseos, te suelto ¿ok?- Él aceptó el trato indicando que sí con la cabeza, una luz se iluminó en su horizonte y lloró feliz por poder salir de aquella pesadilla. En ese momento apareció en la sala Karen, desnuda sobre unos zapatos de tacón alto que la hacían todavía más inmensa. Se detuvo al llegar junto a Kate.

Manuel, tembló de terror al ver ese increíble y poderoso cuerpo de nuevo frente a él. -Pelea con Karen, si consigues someterla podrás irte-. Tras decir esto, Kate lamió con la punta de la lengua el pezón de su compañera hasta dejarlo bien grande y duro. Karen no pudo evitar soltar una exclamación de placer. Kate se separó contenta al comprobar lo caliente que ponía a su novia. -El tiempo empieza ¡ya!- indicó Kate de forma explosiva.

Karen hizo señas a Manuel para que empezara él, Manuel lo dudó un momento pero al ver que ella no se movía, atacó lanzando varios ganchos al abdomen, costillas y riñones de la mujer, golpeó hasta cansarse y al levantar la vista la vió sonreir, notó su creciente excitación. -Ahora yo- susurró ella y casi de inmediato empezó a lanzar demoledores ganchos al abdomen y riñones de su contrincante. Manuel podía notar las risas y gemidos de placer que Karen emitía mientras lo golpeaba con brutalidad, finalmente cayó doblado al suelo protegiéndose el estómago con los brazos.

La poderosa negra saltó sobre él como una gata, lo puso panza arriba y le inmovilizó los brazos sujetándolos por encima de su cabeza, también inmovilizó las piernas de Manuel, entrelazando las suyas con fuerza, apretó bien los brazos forzando que la cabeza del hombre acabará entre sus enormes tetas, asfixiándolo y presionando con fuerza su cuerpo contra el suyo, tensando los músculos poderosamente, aplastando a Manuel bajo su desproporcionado poder, haciendo crujir huesos y articulaciones hasta llegar el éxtasis, corriéndose salvajemente sobre su regalo mientras los espasmos de placer la hacen apretar más y más fuerte.

Tras el último orgasmo, Karen relaja su presión y se fija en el hombre entre sus pechos, rojo, asfixiado y tratando de respirar, se sienta sobre su pecho, inmovilizando los brazos de él con sus piernas, presionando fuerte contra su cuerpo, excitándose más con su dominio, disfrutando al ver ese hombre entre sus piernas tan patético, tan asustado, Karen decide esperar a que se recupere antes de continuar, está disfrutando y no tiene prisa en acabar. Kate también está en la sala, gozando con el espectáculo, masturbándose en la oscuridad, ambas disfrutan de Manuel. Karen decide demostrar su fuerza flexionando potentemente sus piernas, estrujando el torso y los brazos del "sexo fuerte" entre sus tonificados múslos, creando en Manuel una increíble agonía y temor.

Cuando Manuel recupera el aliento, ella se sienta rápidamente sobre su cara, hundiendo la faz del regalo entre sus enormes nalgas, introduciendo su nariz profundamente en el coño mientras coloca experta su ano ante su asustada boca. -Usa tu lengua mamarracho- ordena ella con autoridad y él cumple rápidamente con su objetivo, surcando el ano con la lengua, creando remolinos de placer y llevando a Karen a las estrellas. Ella goza y se corre de nuevo sobre la cara de Manuel, aplastando su cabeza bajo potentes espasmos y antes de que acabe inconsciente se retira dejándole espacio para respirar, aprovecha para darse la vuelta y sentarse de nuevo sobre el pecho del chico, quedando ella de cara a sus pies y lentamente, balanceándose poco a poco vuelva a acercar su ano a la cara de su regalo, esta vez hunde su nariz en el ano mientras le obliga a chuparle el enorme coño.

Ambas mujeres gozan del espectáculo y Manuel puede oir claramente sus gemidos y grititos de placer mientras las manos de Karen se deslizan poco a poco por su piel, descendiendo por el pecho, barriga y púvis, deteniéndose el tomar contacto con su polla, que no necesita más de 3 sacudidas para erguirse orgullosa frente a Karen, quien sigue usando la cara de Manuel para obtener placer, totalmente prisionera entre sus nalgas, prieta contra su sexo mientras golpea y retuerce con rabia el erecto instrumento de Manuel, causando gran dolor, él sigue gritando cuando su boca se llena de fluidos que le impiden respirar, ella se está corriendo de nuevo en su boca, aplastándolo con fuerza entre sus músculos al compás de sus orgasmos. El último orgasmo es demoledor, ambas chicas gritan al unísono llenando la habitación de jadeos y suspiros.

-Te quedas aquí- dijo Kate antes de que las dos abandonaran la habitación y cerraran la puerta con llave. -Me encanta tu regalo- pudo oír antes de dormirse agotado entre pinchazos de dolor.

continuará...

http://womntop.blogspot.com







Carta de Socorro

Si alguien lee esta carta, que por favor me ayude. Mi nombre es David y tengo 33 años. Actualmente me encuentro prisionero y necesito ayuda para escapar y desaparecer. Si no lo consigo, me matará.

Me encuentro encerrado en el sótano de mi propia casa y mi mujer es mi carcelera, torturadora y futura asesina. Sí, ella me tiene totalmente dominado y no puedo escapar. Cada día es más grande, fuerte y violenta. Empezaré explicándolo todo por el principio.

Al casarnos todo fue bien, me sentía la pareja perfecta y todo funcionaba a la perfección, ni tan solo la diferencia en tamaño me molestaba. Quizá hace falta aclarar este punto, yo soy un hombre de constitución normal (tirando a delgado), mido 1.72 metros y la última vez que me pesé, la balanza marcó los 64 Kilos. Ella, en cambio, tiene un físico muy especial, mide 1,97 metros y, cuando la conocí, pesaba alrededor de 53 Kilos. A mi me gustan las mujeres altas, así que no me sentía acomplejado por ello.

Con el tiempo, ella se acomplejó, se sentía larga en vez de alta. Me decía una y otra vez que era demasiado delgada y eso la llevó a obsesionarse con la idea de fortalecerse. Yo no opuse resistencia, no vi ningún problema en dejarla realizar sus deseos, estaba muy delgada. Ella pasaba todas las tardes en el gimnasio, fortaleciendo su cuerpo y aumentando su peso. Yo gozaba con su cuerpo, ya no me clavaba sus huesos.

Al poco tiempo empecé a notar los cambios, no los físicos, que hacía tiempo que se notaban, sino los psíquicos que eran mucho más preocupantes. El primero fue un pequeño cambio en los hábitos sexuales. Empezó colocándose arriba, no era extraño que estuviera arriba y me montara, lo extraño es que ya no quería practicar otra postura. No me quejé mucho, ya que me gustaba esa situación y mis manos podían jugar con sus pechos mientras ella saltaba sobre mi polla.

Luego, otro cambio, una pequeña variación de la postura, ahora cogía mis muñecas con sus manos y las colocaba sobre mi cabeza, dominándome, inmovilizando mis brazos y, si podía, también rodeaba mi cuerpo con sus piernas. Al poco tiempo la posición era más agobiante y yo ya no podía disfrutar. Cada día ella era más fuerte y lo hacía más agresiva. Le gustaba la sensación de poder y se excitaba mucho aplastando mi cuerpo contra el suyo, demostrando su fuerza, ahora ella pesaba más que yo y era doloroso sentirse aplastado bajo su peso.

Pasaron los días y en la cama yo ya no era más que un objeto que ella usaba para darse placer, inmovilizaba mi ser bajo el suyo, sus piernas rodeaban mi cuerpo, cerrando también mis brazos en mis costados mientras con sus brazos rodeaba mi cabeza, hundiéndola entre sus enormes pechos y así me follaba cada vez que quería, yo me sentía engullido por ese cuerpo de gimnasio, que me inmovilizaba y agobiaba. Muchas veces perdía el conocimiento al no poder encontrar oxígeno entre sus pechos. Sus movimientos eran agresivos y dolorosos, apretaba mi cuerpo contra el suyo, cada vez más fuerte, cada vez más duro y ardiente. No paraba hasta quedar satisfecha.

El siguiente paso fue impedirme la libertad, demostrándome su fuerza. Yo ya no era feliz con esas sesiones de sexo, pero de momento era lo único que me molestaba, el resto de la convivencia seguía como siempre, pero eso también iba a cambiar. Amplió su dominio al resto de facetas de nuestra vida. Un día me impidió salir para ver el fútbol, argumentando que tenía tareas de casa por hacer. Ese fue el primer día de mi total humillación. No pude reprimir mi enfado al verla cohibir mi libertad, discutimos como nunca antes. Los gritos fueron en aumento y finalmente llegamos a las manos.

Me impresionó su superioridad física, sabía que se había convertido en una mujer fuerte, pero nunca pensé que su superioridad fuese tan abrumadora. Le dije que si yo quería salir, podía salir, y que ella no era nadie para impedirlo. Ella contestó que ella tenía el poder para hacer conmigo lo que quisiera, y que si me atrevía a llevarle la contraria me haría llorar. Sus palabras me impresionaron, más bien, el tono con el que las pronunció. De todas maneras me dirigí a la puerta con la intención de salir.

Mis pies se separaron del suelo antes de llegar a la puerta, había rodeado mi cintura con sus brazos y me había levantado con facilidad, agarrándome con sus potentes extremidades, luego me lanzó con fuerza contra el otro extremo del recibidor, mi cuerpo voló antes de estrellarse dolorosamente contra la pared. Antes de poder reaccionar, mi torso volvía a estar en sus manos mientras mis piernas pataleaban en el aire, zarandeó mi cuerpo con rabia antes de lanzarme en otra dirección. Volví a estrellarme y antes de poder luchar, sus manos volvieron a cerrarse en mi camisa, la arrancó de un tirón a la vez que me tiraba al suelo.

Aprovechó mi posición fetal para patear mi cuerpo con potentísimas patadas que me hacían rodar por la sala, yo era incapaz de evitarlo, mis extremidades se retorcían bajo su fuerza, incapaces de protegerme de sus golpes. Cogió mis piernas de los tobillos y las levantó, separándolas a su vez, una oleada de terror invadió mi cuerpo cuando nuestras miradas se cruzaron, pude ver el deseo ardiente en sus ojos, la excitación que le provocaba la situación, se percibía claramente en su expresión. Levantó la pierna derecha con lentitud mientras una sonrisa perversa se dibujaba en sus labios, adiviné sus crueles intenciones demasiado tarde.

Su pié se hundió rápidamente entre mis piernas, aplastando mis pelotas bajo sus pisotones, aplastó varias veces mi sexo, pisoteándolo agresivamente, mis manos protegían esa parte de mi cuerpo pero no era capaz de soportar tanta presión. Grité de dolor mientras me retorcía intentando protegerme del castigo. Ella estiró de mis pantalones, arrancándolos junto a los zapatos.

Se rió cruelmente ante su demostración de poder. Yo me retorcía de dolor en el suelo, protegido sólo por mi ropa interior, ella se reía a carcajadas mientras me miraba altiva con posición desafiante, sus piernas ligeramente abiertas y sus manos en la cintura. Me agarró del pelo y me arrastró por el suelo hasta colocarme junto a una de las paredes, yo gritaba y pedía clemencia sin recibir respuesta.

Su mano se cerró firmemente alrededor de mi cuello y demostrando una increíble fuerza me separó de nuevo del suelo, esta vez sólo con un brazo. Mis manos se agarraron instintivamente a la muñeca de mi agresora, intentando inútilmente abrir esa mano que me impedía respirar, mientras mis pies se alejaban cada vez más del suelo: Consiguió finalmente estirar completamente su brazo, haciendo que mi cabeza golpeara el techo. Con la otra mano me acabó de desnudar, entonces notó que me había orinado encima a causa del terror, eso la hizo reír de satisfacción, pude notar como sus pezones se endurecían marcándose en su camiseta.

-¡Llora!- me ordenó mientras aumentaba la presión de su mano alrededor de mi cuello. Yo seguía luchando por abrir esa mano y aliviar mi situación, entonces, con la otra mano me cogió de las pelotas y empezó a apretar sin compasión. Mis gritos de dolor se mezclaban con su repetitiva orden, empezó a apretar con sus dedos, aplastando mis huevos en su potente mano. El dolor era demasiado, insoportable, mis gritos se convirtieron en sollozos y los sollozos en un lloriqueo incontenible. No lloraba porque ella lo hubiera ordenado sino porqué no podía soportar el dolor y la humillación en la que me sentía expuesto. Mi dolor, frustración y humillación aumentaron al oírla reírse a carcajadas, mi dolor y terror contrastaban con su satisfacción y excitación.

Caí al suelo como un saco de patas cuando ella abrió su mano y liberó mi cuerpo de la agonía. Sus carcajadas seguían retumbando en mi cabeza mientras increíbles calambres de dolor recorrían mi cuerpo, me sentía dolorido, pero lo peor era la humillación a la que había sido sometido por mi mujer. Arrollado por su clara superioridad física, aplastado por su fuerza, humillado totalmente. Ese fue el primer día de mi "integración", así lo llamaba ella. Decía que ella había cambiado y que ahora yo tenía que integrarme y reciclarme para adaptarme a sus nuevos deseos y necesidades. Aseguraba que ahora ella tenía el poder y que yo debía realizar sus deseos.

Me obligó a besar sus pies y masajear sus piernas, luego se sentó sobre mi pecho y me abofeteó mientras me insultaba hasta que me hizo llorar de nuevo, pude comprobar como mi humillación y dolor la excitaban, sus pezones se endurecían a la vez que mis ojos se humedecían. Me obligó a usar mi boca para sacarle los pantalones cortos que llevaba. Luego se sentó sobre mi cara y tuve que chuparle el coño durante horas. Su sexo también era grande, como todo en ella y sus labios envolvían mi cara, hundiéndome en su vagina. Yo volvía a estar inmovilizado entre sus musculados muslos, sus piernas se apretaban con fuerza contra mi cabeza, capturando mis brazos también, mientras su rasurado y hambriento coño se restregaba agresivamente contra mi cara. Ella gozaba y se corría una y otra vez, obligándome a tragar sus jugos. Perdí el conocimiento aplastado entre sus piernas mientras sus orgasmos descendían por mi garganta.

Desperté tirado en el suelo, en el mismo punto en el que me había desmayado, me levanté con lentitud, ya que mi cuerpo me dolía por todos lados. Mi ropa estaba tirada por distintos puntos de la sala, la recogí con la intención de vestirme -No- ordenó una voz autoritaria. Al girarme pude ver a Gloria, allí estaba mi mujer, con unas mancuernas en las manos y una fina capa de sudor sobre su piel. -Ante mi presencia siempre irás desnudo- agregó con un tono agresivo mientras se acercaba a mi.

Sus músculos tensos e hinchados junto con la capa de sudor que cubría su piel me indicaban que llevaba un buen rato realizando ejercicio, no sabía cuanto tiempo llevaba inconsciente pero debía ser un buen rato. Se detuvo al llegar frente a mi y flexionó sus brazos delante de mis impresionados ojos. Sus brazos crecieron y se endurecieron, unos poderosos músculos se abrieron paso apretándose contra su piel y marcando sus venas. -Bésalos- me ordenó lasciva mientras su mirada se clavaba en mi ser. Entonces pude ver claramente su fuerza y entender lo lejos que estaba de ese físico, era realmente fuerte.

Su brazo quedaba a la altura de mi frente, calzaba zapatos de tacón y eso la hacía todavía más alta e imponente, sus tetas se balanceaban frente a mi cara y sus pezones se marcaban duros contra su camiseta mientras me mostraba orgullosa sus increíbles músculos, hinchados a base de duro trabajo. No estaba extremadamente musculada, pero al ser tan alta y grande, sus músculos eran proporcionalmente grandes y fuertes, y su cuerpo estaba tonificado y macizo. El reciente trabajo con las mancuernas había acentuado su tono.

Besé sin rechistar, lentamente y con deseo. Mis labios recorrieron cada milímetro de su bíceps hasta besarlo completamente. Satisfecha me mostró el otro bíceps y también lo besé mientras ella sonreía entre divertida y satisfecha. Finalmente me obligó a secar su sudor con mi lengua, tuve que recorrer todo su cuerpo tragando su sudor. Acabé el día, casi como todos, durmiendo con ella en la cama. Sólo que ahora lo tenía que hacer completamente desnudo y colocado entre sus piernas mientras lamía y chupaba sus agujeros.

Ese sólo fué el primer día de mi tortura y ya han pasado semanas desde ese momento. Hoy en día todo es peor y me ha convertido en un objeto que puede usar para lo que quiera. Tengo que pedir permiso para realizar cualquier acción (incluso para ir al lavabo).

El sexo es lo peor, ya que, para evitar la flaccidez me obliga a tomar Viagra para así, poder trotar sobre mi cruelmente durante horas mientras aplasta mi cuerpo contra sus desarrollados músculos, y, cuando se ha cansado de exprimirme, se sienta sobre mi cara y me obliga a tragarme mi propio semen mezclado con sus jugos mientras ella continúa corriéndose de placer. Nunca acabo consciente y al despertar mi cuerpo duele.

Hoy soy su consolador, ya que me usa para darse placer. Soy su papel de water, ya que debo limpiarla con mi lengua siempre que finaliza. Soy su cocinero, ya que debo tener siempre preparada su comida. Soy su perro, ya que me hace comer, sin manos, en un bol, situado en una esquina.

En definitiva, soy su esclavo y según sus propias palabras, mi finalidad en la vida es servirla y ser feliz por poder tener el honor de besar sus pies y lamer su ano. Hoy en día, ella pesa 98 Kilos de pura fuerza (38 Kilos más que yo) y ya no puedo soportar su agresividad. Cada vez es más violenta y más fuerte. Sólo se excita cuando me aplasta bajo su superioridad física y cada vez tiene que ser más agresiva para excitarse. En la última sesión de sexo me dislocó la mandíbula y los hombros a la vez que me rompió 3 costillas. Perdí el conocimiento ahogado entre sus músculos, todo ello lo hizo al apretarme fuerte contra su cuerpo de hierro como consecuencia de sus alucinantes orgasmos.

No aguantaré otra sesión de sexo. Me matará mientras se corre de placer, por favor. Si estás leyendo esto... AYÚDAME.


Una Chica peleona

Mi nombre es Kira y soy luchadora, tengo multitud de títulos en distintas categorías y técnicas. Practico multitud de artes marciales, me encanta sentirme poderosa y superior, sobretodo me encantan las luchas mixtas, en las que puedo patear, golpear, aplastar y humillar al "sexo fuerte". Incluso me excita esa sensación de dominio al verlos pedir clemencia y compasión mientras los golpeo y lloran como niños.

No me gusta el gimnasio, bueno, mejor decir que no me gusta la gente que va al gimnasio, el deporte en sí me encanta. He probado alternativas cómo por ejemplo hacer deporte en casa o en la calle pero no es lo mismo, necesito disponer de las máquinas existentes en un gimnasio, y tengo que mantener mi cuerpo en una forma física espléndida, lo tengo que hacer si quiero seguir manteniendo mi nivel, así que ignoro las miradas, comentarios e insinuaciones de la gente y realizo mis tareas con la máxima dedicación.

Me encanta mi físico, no tengo un cuerpo que cumpla con los cánones de belleza femenina actuales y no me gustaría tener dicho cuerpo. Prefiero tener fuerza y poder a tener un cuerpo alto, delgado y débil. Mido 1.75 metros, lo que no está mal para una chica y peso 82 Kilos de pura fuerza. Mi pelo es moreno y corto (mejor corto para luchar) y tengo unas buenas extremidades. Mis brazos y piernas son potentes, musculados y compactos. Soy muy conocida y temida en los círculos de lucha en los que me muevo, pero fuera no me conocen.

Como en todos los gimnasios, mi presencia no es ignorada ya que, tanto hombres como mujeres, clavaban su mirada en mi cuerpo en algún momento del día, algunos más tímidos y otros más descarados, algunos con temor y otros impresionados, incluso excitados. Yo los ignoro, hago mi trabajo y me voy.

Empecé a sentirme molesta con una pareja, ellos se pavoneaban por el gimnasio, no trabajaban, no sudaban y sólo molestaban. Lucían orgullosos unos cuerpos formados a base de bisturí, cumpliendo con todos los cánones de belleza actuales, es decir: delgadez extrema, altura de vértigo y cuerpos enfermizamente débiles.

Él se hacía llamar John, incluso su nombre estaba retocado, más tarde descubrí que su nombre real era Juan, pero claro, John es más "fashion". Era un chico guapo, alto y de músculos de plástico, hinchado a base de cócktels energéticos y drogas de caballo. Ella era todavía peor, Ashley era su nombre falso-fashion y Ana el nombre real. Era extremadamente delgada y alta, sus brazos y piernas parecían palitos a punto de romperse y sus pechos, completamente operados, eran grandes como dos melones.

Ellos dos eran pareja y además modelos profesionales. Podía oírlos hablando de mí como críos pequeños. Cuchicheaban acerca de mi cuerpo, mi peinado, mis uñas, el color de mi piel y de mi pelo, la forma de mirar, de andar, etc. Me tenían harta, así que un día decidí darles su merecido y enseñarles qué cuerpo era el mejor. Les gustaba quedarse en el gimnasio hasta el final, luciendo orgullosos sus cuerpos de cirugía y ropa de marca. Así que un día decidí darles su lección.
-¿de que coño os reís?- les pregunté cuando los vi salir. -Nada, nada- contestó él. -Sólo que no entendemos porqué te esfuerzas tanto en ser cada día más fea- agregó entre risas.
-Así nunca encontrarás un hombre guapo para tí- dijo ella, y ambos se rieron de mi otra vez.
-¿Os creéis superiores por tener esos cuerpos de plástico?- les pregunté enfadada. Ellos no respondieron, se miraron y continuaron su camino ignorándome. Ese detalle me enfureció todavía más, así que pasé a la acción. Cogí la muñeca de él al pasar cerca de mi y la retorcí, era una llave sencilla y efectiva. Él no pudo hacer nada para evitar arrodillarse ante mí gritando de dolor mientras yo seguía retorciendo su brazo.

-¿Ahora qué eh? ¿Seguirás riendo? Yo puedo tener lo que quiera y os lo voy a demostrar, voy a gozar con vosotros-

-¡Suéltalo ahora mismo!- gritó la de las tetas operadas, luego me golpeó con el bolso. Rídiculo, muy ridículo.

Con el brazo libre la agarré del pelo y tiré de ella hasta que cayó arrodillada, entonces rodee su cuello con brazo y apreté con fuerza, mi excitación aumentaba al ver a los dos modelos arrodillados frente a mi, incapaces de liberarse, totalmente a mi merced. Aumenté mi presión en ambos brazos, alimentando así su dolor, ella ya no luchaba, parecía inconsciente, él en cambio gritaba y lloraba patéticamente. Entonces los solté.

Cayeron al suelo como dos sacos, ella tosía mientras intentaba volver a llenar sus pulmones de oxígeno, él se retorcía de dolor mientras me insultaba. -Maldita zorra, me has roto el brazo- decía entre ríos de lágrimas.

-No está roto, pero lo puedo romper si sigues insultándome. ¿Quieres que te rompa el brazo?- agregué furiosa.

John me miró con los ojos llenos de lágrimas -No, no me lo rompas- dijo con un tono de clemencia. -Déjanos ir, por favor- agregó entre sollozos.

Yo me sentía muy excitada, y no tenía ganas de finalizar tan rápido con tanto placer, notaba como mi coño se calentaba y humedecía con ese espectáculo, no iba a dejarlos marchar.

-Podréis iros cuando me demostréis vuestra superioridad, ¿acaso no os creéis superiores a mi? Levántate y pelea como un hombre o cogeré a tu novia y la violaré delante de tí hasta que se desmaye de dolor. Yo estoy ansiosa por empezar ¿tú no?-

-Por favor, no nos hagas daño, déjanos ir- empezó a sollozar el macho, arrodillado en el suelo mientras las lágrimas recorrían sus mejillas y su cuerpo temblaba de miedo.

-Pelead por vuestra libertad- les dije mientras me quitaba la ropa innecesaria para el combate. Allí estaban los dos patéticos modelos, frente a mi, temblando de miedo. -¿Quién empieza? eh!- les pregunté cuando me sentí lista.

-Por favor, déjanos ir- suplicó ella entre sollozos. -Podrás irte después de demostrarme todo lo que pueden hacer esos cuerpazos de pasarela. ¿Queréis luchar los dos a la vez? De acuerdo-.

Les tenía mucha rabia y hacía mucho tiempo que esperaba este momento, así que no me reprimí ni un pelo. Mis puños se estrellaron primero contra la cara de Ana, una serie de ganchos y directos entraron sin problemas, ni tan sólo se sabía defender. Su cuerpo se balanceaba por la fuerza de mis golpes, Juan se lanzó sobre mí, en su única demostración de hombría.

Una patada voladora le hizo saltar varios dientes, seguido de directos en la mandíbula que lo hacían tambalearse hacia atrás, hasta que chocó contra la pared, sin huida. Allí continué con una serie de patadas y rodillazos, cada vez que se doblaba lo levantaba de nuevo con un gancho en la mandíbula y seguía pateando sus costillas con mis potentes piernas, en mis manos no era más que un muñeco de trapo. Segundos más tarde ya se encontraba arrodillado, incapaz de bloquear mis golpes, el final fue demoledor. Un potente rodillazo en la mandíbula lanzó su cabeza hacia atrás, golpeándose contra la pared y, aprovechando su indefensa posición, hundí una patada entre sus piernas, directa a sus huevos.

El modelo cayó en posición fetal con sus manos entre sus piernas, llorando y gritando. Entonces fue ella quién atacó, me cogió desprevenida, saltando sobre mi espalda mientras sus bracitos se cerraban alrededor de mi cuello. Rápidamente levanté mi brazo derecho, cogiéndola de la nuca y tiré, volteando su cuerpo por encima del mio y lanzándola contra la pared. Cayó junto a su pareja y antes que pudiera reaccionar, empecé a patear su cabeza, pisando su cara con mis pies. Mis talones bajaban furiosos aplastando su faz contra el suelo. Pateé su cara hasta que quedó inmóvil en un charco de su propia sangre.

Él miraba atónito la escena sin mover un músculo. -¿No piensas ayudarla?- le pregunté mientras limpiaba la sangre de mis botas.

-Tú mismo, lucha o ella lo pagará. ¿Que prefieres?- La agarré del pelo, mientras él congelado miraba la escena sin dejar de sollozar. La arrastré hasta quedar frente a él, entonces empecé a desnudarla, arrancándole la ropa a la vez que la golpeaba con furia, él no movió un pelo, se quedó allí quieto, mirando. La puse frente a él, ambos arrodillados, sangrando y llorando, me coloqué detrás de Ana, inmovilicé sus brazos apretando con mis piernas y volví a rodear su cuello de cisne con mi brazo de hierro. Ella no podía hacer nada, inmovilizada frente a él sólo lloraba y sus lágrimas se mezclaban con su sangre.

Con mi mano libre empecé a recorrer la piel de mi presa, mientras mis ojos miraban fijamente la turbia mirada de José, quién seguía inmóvil, tembloroso y arrodillado frente a nosotras. Con mi mano empecé a acariciar el pecho de Ana, mis dedos jugaron con sus pezones y mis uñas se clavaron en su tierna carne, desgarrando un grito de terror.

-¿No vas a luchar por ella? ¿No te parece guapa?- pregunté cruelmente mientras mi mano seguía descendiendo por su abdomen, abriéndose paso bajo los jirones de ropa que quedaban en su cuerpo. Notaba como el débil cuerpo de Ana luchaba por liberarse de esa agonía, mis piernas se apretaban con fuerza aprisionando sus brazos y mi brazo estrangulaba su cuello de cisne mientras ella temblaba incapaz de moverse, incapaz de hablar, incapaz de liberarse.

Un grito aterrador escapó por su garganta cuando mis dedos empezaron a jugar entre sus piernas, la mirada de terror de Juan aumentaba mi excitación y mis dedos se hundieron entre sus carnes, agresivos y rápidos, separando sus labios, aumentando su agonía.

Ana luchaba entre el dolor y el placer mientras el calor se incrementaba entre mis piernas, notaba como los jugos del sexo goteaban por mi vagina mientras mis dedos se hundían en su coño, cada vez más profundo, cada vez más rápido y cada vez más violento. Poco a poco se sumaban más dedos a la experiencia, ahora ya eran cuatro poderosos dedos los que penetraban el suave cuerpo de aquella modelo y dentro de poco, cinco.

Mi lengua mojaba mis labios y, mi cálida mirada se hundía profundamente en los ojos del macho, que seguía arrodillado en el suelo, a pocos centímetros, llorando sin moverse, mientras miraba la escena con los ojos llenos de lágrimas. Me encantaba esa sensación de poder, mis endurecidos pezones se marcaban en mi ajustada camiseta y mi coño palpitaba deseoso de placer.

Me sentía muy excitada, así que aumenté mi presión y velocidad, mi brazo se cerró todavía con más fuerza, aplastando el cuello de Ana, impidiendo totalmente el paso de sangre y aire mientras mi puño se hundía entre sus piernas y mis muslos se cerraban sobre sus costillas, haciendo crujir sus huesos.

Se corrió en mis manos y se desmayó. Liberé mi presión para ver como caía al suelo y se retorcía entre los espasmos de un doloroso e interminable orgasmo. Sacudí mi húmeda mano frente la cara de José y lo obligué a chupar cada gota del zumo de su novia. Mi coño palpitaba ardiente, deseoso de placer. Lo agarré del cuello y tiré de su cabeza para atrás.

-Ahora te vas a desnudar y me darás todo el placer que exija ¿de acuerdo?- pregunté mientras abofeteaba su castigada cara. La sangre brotaba de mil heridas, la mandíbula dislocada y los dientes rotos. Ahora sí que estaba guapo pensé. Él se desnudó entre sollozos. Tuve que golpearlo de nuevo varias veces para que se desnudara del todo, pero finalmente lo hizo.

Lo senté con la cabeza apoyada en la pared y me giré, colocando cada una de mis piernas a uno de sus costados. Su cara quedaba a la altura perfecta, así que me quité las húmedas bragas, incliné mi cuerpo hacia adelante, separé mis glúteos con las manos y me dejé caer sobre su cara. Hundiendo
su nariz en mi ano y obligándole a lamer mi coño con su lengua.

Así pasé un largo rato hasta que me corrí en su cara, hundí su boca entre mis piernas para que chupara cada gota de placer. Su lengua se movía nerviosa contra mi clítoris mientras su nariz se hundía en mi agujero del culo. Me corrí de nuevo en su boca, obligándole a tragar de nuevo.

Antes de irme los volví a golpear, pero esta vez con la intención de destrozarlos. Rodillazos, puñetazos, torsiones y desgarros. Los golpeé hasta que sus perfectos rostros no eran más que un trozo de carne sanguinolento. Los había violado, humillado, golpeado y destrozado. Hoy había sido un buen día, en el gimnasio no volvieron a reírse nunca más de mi.

FIN.