martes, 11 de mayo de 2010

Bea, la sádica asesina

David corría y su corazón palpitaba. El miedo recorría sus venas. Nunca antes había pasado tanto terror. Simplemente corría, sin rumbo ni destino, intentando alejarse de aquella mujer que estaba golpeando, mutilando y matando a su familia. Ahora estaba sólo, la asesina los había ido cazando poco a poco, hace poco eran 2 los que huían pero ahora estaba sólo. Todavía retumbaban en su cabeza los gritos de dolor de su primo mientras aquella mujer le quitaba la vida dolorosamente.

Durante un rato miró congelado la escena que precedía la muerte de su primo. Aquella negra; alta, grande y musculosa había aparecido de la nada, sobre su piel desnuda podían verse las manchas de sangre y trozos de sus familiares muertos. David se apartó a tiempo pero la amazona consiguió agarrar a su primo. Sus miradas se cruzaron y David pudo notar el terror en los ojos de él... David corrió ignorando las súplicas de su compañero, David quería virir "¡AYÚDAME! ¡SOCORRO! ¡NO TE VAYAS! ¡VUELVE!"...

Durante un rato David dudó y giró sobre sus pasos con la intención de ayudar a su primo. Vio como la mujer zarandeaba a su primo y lo hacía volar de pared a pared. Parecía un niño indefenso en las garras de un fiero animal. Bea (que así se llamaba la asesina) tenía aquel cuerpo en sus musculados brazos y, apretaba, desgarraba, golpeaba, mordía y arrancaba la ropa y la piel de su víctima. Nunca antes David había visto tanta violencia y menos en una mujer (en principio débiles y pequeñas).

Su primo (o lo que quedaba de él), sangraba desnudo bajo la agresividad de aquella mujer. La sangre y los gritos se mezclaban en la oscuridad de aquél almacén mientras, congelado e impotente, David miraba la destrucción de su primo. Bea lo tenía cogido del tobillo y lo azotaba de un lado al otro, golpeando el cuerpo del hombre contra paredes y columnas. El ruido de los huesos al romperse se mezclaban con las carcajadas de la mujer y los gritos de dolor del hombre.

Bea golpeó aquel cuerpo con sus puños, codos y rodillas. Destrozó sus costillas y partió sus rodillas. Levantó lo que quedaba sobre su cabeza y miró fijamente a David mientras mantenía el cuerpo medio muerto de su querido familiar sobre su cabeza. La sangre de su primo caía como una fina lluvia sobre la negra piel de la asesina.

Lo estaba mirando fijamente, vio el deseo y el poder en los ojos de aquella mujer, intentó escapar pero su cuerpo no reaccionó. Bea lanzó el cuerpo al suelo y lo pateó mientras mantenía su mirada fija en David. Pisó su cabeza con furia. El ruido de los huesos del cráneo al golpear el suelo era horrible. David no pudo dejar de mirar horrorizado como su primo dejaba de protegerse y de gritar. Aquella mujer continuaba aplastando su cabeza con potentes pisotones mientras miraba fijamente a David.

Primero se oyó el crujir del cráneo y la sangre empezó a brotar, el siguiente pisotón le deformó la cabeza y con el siguiente uno de los ojos saltó de la córnea. El último pisotón rebentó su cabeza y la sangre , junto con la masa encefálica se mezclaron en el oscuro suelo de granito.

No podía creer lo que estaba viendo, la agresividad y violencia de aquella amazona, superaba con creces cualquier cosa que David hubiera visto... y Bea todavía no había acabado con su demostración. Agarró de nuevo el cuerpo sin vida del hombre y se lo llevó a la boca. De un mordisco le arrancó el órgano sexual y lo masticó mientras se deshacía del cuerpo. La sangre resbalaba entre sus labios mientras despedazaba los genitales del macho.

Aquella mujer lo miró y tras tragarse el pedazo de carne que tenía en sus mandíbulas, le regaló la sonrisa más cruel de su existencia. La sangre de sus familiares llenaba su boca y resbalaba por su cuerpo mientras lo miraba sonriente.

-Sólo quedas tú- le indicó la mujer, satisfecha de su tarea. -¿Cómo deseas morir?- le preguntó entre crueles carcajadas.

El pánico se apoderó de David, quién corrió en estampida. Aquello era una trampa. Los habían llevado engañados a ese almacén y ahora estaban todos muertos. Quizá la mujer se olvidara de él, quizá dejara a alguien con vida. La familia rival los había jodido bien jodidos.

Corrió y corrió hasta que tropezó y cayó. Era su hermano... o lo que quedaba de él. Su cuerpo estaba retorcido y aplastado, aquella bestia le habían arrancado los brazos y destrozado la espalda. La postura era humillante. La amazona había doblado aquel cuerpo hasta que la cabeza se encontró entre sus propias piernas, haciendo que la polla del hombre se metiera en su propia boca. La cara no tenía ojos y el cuello estaba retorcido. Uno de los brazos había sido introducido en su ano y las rodillas estaban partidas, haciendo que sus piernas se doblaran hacia adelante, creando una figura bizarra.

David lloró y el terror inundó su ser. Podía oírla acercarse, ella sabía dónde se escondía, ella podía oler su miedo...

Bea usó a David para su propio placer sexual. Lo obligó a lamerle el coño antes de aplastar su cabeza entre sus titánicos muslos. Se folló su cuerpo sin vida y destrozó sus huesos entre orgasmos. Cuando la policía llegó, se encontró el cuerpo de David colgado boja abajo del techo. Su piel había sido arrancada y sus órganos colgaban fuera del cuerpo. Alguien le había arrancado los genitales y se los había metido en la boca.

En la TV, la policía culpó de los asesinatos a una banda satánica. "Un grupo de varias personas, posiblemente satánico, han sido los autores de estos macabros asesinatos. Estamos trabajando para descubrir...".

-Buen trabajo- alabó temblando el capo de la mafia al apagar la tele. -En ese maletín encontrarás tu dinero-.

La amazona negra abrió la maleta y contó los millones. Una sonrisa cruzó sus labios -¿cómo deseáis morir?- preguntó mientras cerraba de nuevo la maleta.

Una vez en el hotel, miró por la TV las noticias de nuevo. Al parecer la misma banda satánica había atacado ahora a un clan mafioso. Los cuerpos de la banda habían sido encontrados destrozados y mutilados en su cuartel general. Bea abrió uno de los cajones y repasó el dinero de la maleta. Una sonrisa se dibujo en su cara al recordar lo bien que lo había pasado aquel día. Se llevó la mano entre sus piernas y se masturbó imaginando lo que haría la próxima vez.

FIN.