miércoles, 14 de enero de 2009

El autoestopista

La noche es fría y oscura, el viento se mueve creando remolinos, levantando polvo y suciedad, el cielo está tapado y no se aprecia la luna ni las estrellas.

En medio de la soledad, camino a ninguna parte, un hombre sufre las inclemencias del tiempo, un trotamundos frío y cansado espera paciente la visita de algún vehículo que lo lleve a su destino, o al menos que lo abrigue del penetrante viento y lo aleje de la soledad de esa autopista.

Ya lleva más de 2 horas esperando congelado el paso de algún coche, el viento aumenta y Alex tirita ya sin control mientras piensa en la posibilidad de buscar algún sitio en el que abrigarse y pasar la fría noche. Ningún vehículo había pasado por esa vía durante el rato que él esperaba.

Las luces de unos focos iluminaron el horizonte y la esperanza de Alex. Agitó brazos y piernas para poder ser visto entre el viento, la niebla y la oscuridad.

La fortuna le sonrió y la furgoneta se detuvo en el arcén, a Alex le costó trabajo sentarse en el asiento del copiloto ya que sus músculos estaban entumecidos a causa del frio, finalmente lo consiguió y dió las gracias, sin mirar, al conductor.

-Mi nombre es Rita- dijo mientras alargaba la mano en modo de saludo -¿Cuál es tu nombre?- preguntó ella desde el asiento del piloto.

Alex levantó la mirada mientras calentaba su cuerpo, junto a él, conduciendo el vehículo, había una mujer, "Diós mio" pensó Alex al verla.

-Mi nombr... re es Alex- consiguió contestar entre temblores a la vez que estrechaban sus manos. El apretón de Rita sorprendió al trotamundos, ella tenía una mano robusta y potente que se cerró fuertemente, apretando dolorosamente los congelados dedos del chico.

Alex calculó que debería tener unos 35 años, con el pelo muy corto con mechas de colores. En su cara redonda brillaban unos ojos penetrantes de mirada intensa, su piel clara estaba repleta de "piercings", varios en cejas y orejas, uno en la nariz, dos más en los labios otro en la lengua y un tatuaje en forma de lágrima bajo el ojo derecho, vestía una sencilla camiseta banca de tirantes que dejaban ver unos hombros anchos y un busto robusto, con grandes pechos. Sus torneados brazos estaban repletos de tatuajes y sus dedos de grandes anillos. Una minifalda, que parecía pequeña, se apretaban contra unas piernas musculadas y bien definidas.

-Me di... dirigo hacia la carr... rretera transversal, dir.. rección surrr- agregó Alex mientras se masajeaba su dolorida mano. Rita sonrió complacida al comprobar que con su apretón había causado daño al pequeño hombre, le gustaba esa sensación de superioridad, poder y dominio.

-Bien- contestó ella, -¿Qué edad tienes?- preguntó Rita con voz femenina al iniciar de nuevo la marcha.

-Prrronto har..re 19 a.. añosss- respondió él tiritando de frio, poco a poco iba recuperando la temperatura.

-Mmmm! todo un yoghurín- respondió ella mirándolo con deseo mientras con su lengua humedecía sus carnoso labios. -¿No te da miedo subir sólo al coche de una persona desconocida?- preguntó casi en un susurro mientras con su mirada penetraba los ojos del chico.

-S... soy mayorci...cito y p..puedo defen...derme- respondió Alex mientras se frotaba las piernas con las manos. -claro, claro- respondió ella con la mirada fija en la carretera. Alex la miró extrañado mientras seguía frotando su cuerpo con la intención de calentarlo.

-Déjame ayudarte a calentarte- respondió sensualmente la mujer mientras la furgoneta se adentraba en un tramo todavía más oscurecido a causa de las inclemencias del tiempo, empezó a nevar mientras Alex recuperaba el control de sus temblorosos músculos. -Noo es nece... cesario- respondió Alex intranquilo.

Rita deslizó su mano derecha suavemente hasta la rodilla del copiloto, y sin dejar de mirar la carretera, empezó a masajear y frotar su maciza y caliente mano por los muslos y rodillas, calentando así la piel del autoestopista.

Alex agradeció y disfrutó mientras notaba como la sangre recorría y calentaba sus piernas, una sensación de paz lo invadió mientras Rita frotaba su mano en sus muslos.

-¿Te gusta? ¿Te sientes mejor?- preguntó Rita, siempre con la mirada fija en el pavimento, mientras su mano se movía frenéticamente por las piernas del muchacho.

-¡Oh si!- respondió agradecido Alex -Me siento mucho mejor- agregó mientras la mano de Rita seguía frotando sus muslos. Rita sonrió complacida mientras su mano seguía frotando y su excitación creciendo.

El estado de relajación y confort que notaba Alex fué convirtiéndose en temor e intranquilidad cuando notó la mano de Rita subir lentamente por sus muslos hasta detenerse entre sus piernas, allí continuó masajeando y frotando con dedos expertos.

-¿Te gusta así? ¿Te calientas?- susurró Rita mientras frotaba su pene y masajeaba sus pelotas con fuerza y decisión. -Por favor, no, detente- contestó asustado Alex al notar como Rita introducía sus dedos entre los botones de la bragueta, acariciando su sexo con deseo. Alex intentaba sin éxito apartar esa mano caliente de su ser, pero no tenia la fuerza necesaria para conseguir tal efecto. -¿No eres grandecito para defenderte... eh?- replicó Rita con ironía -¡Para ya!- gritó asustado Alex.

Rita frenó en seco la furgoneta, causando que Alex se golpeara con el salpicadero lanzando un grito de dolor. -Ya he parado- respondió Rita mientras clavaba su profunda mirada en el chico. -Ahora tú decides si continuas o te bajas-. Los ojos de Rita miraban fijamente a los de Alex, quién intentaba inútilmente apartar la mano de Rita que continuaba abriéndose paso bajo los calzoncillos.

Alex tembló al ver la sonrisa de Rita, complacida por su dominio. Ella gozaba sometiendo y dominando al hombre, le encantaba doblegarlos y hacerlos llorar, cuanto más cruel se mostraba, más gozaba. Solía llegar al orgasmo en esas situaciones, con las mujeres se mostraba más dulce pero no con los hombres.

Los copos de nieve caían con ganas, el fuerte viento silvaba entre la nieve mientras el termómetro de la furgoneta indicaba una temperatura exterior de 12 grados bajo cero. La mano de Rita ya había logrado su objetivo. Los genitales del chico habían sido desenterrados y Rita gozaba mientras la herramienta de Alex crecía y se endurecía bajo su control. Alex luchó con todas sus fuerzas tratando de liberarse de aquella mujer, pero no podía con ella. Alex no se atrevió a salir, no soportaría tanto frio.

-No, por favor, ¡basta!- gimió el muchacho mientras Rita frotaba rápidamente su miembro, apretando fuertemente sus dedos y clavando los anillos en el excitado miembro masculino, -no puedes hacerme esto- gritó mientras intentaba no llorar, se sentía violado e impotente para evitarlo.

-¿Qué no puedo hacerlo?- susurró Rita cruel. -Tú eres el que no puede detenerlo- dijo entre dientes mientras aceleraba el ritmo y apretaba con fuerza, generando gran placer en el erecto pene de su presa.

-Por favor, haré lo que quieras- sollozó mientras intentaba reprimir sus lágrimas, sus manos luchaban frenéticamente por liberarse. -Ya haces lo que quiero pequeño- respondió ella excitada a la vez que, con la otra mano, masajeaba y acariciaba sus pelotas -y lo seguirás haciendo- agregó tras mordisquear ligeramente su oreja.

El placer recorrió el cuerpo de Alex rápidamente, eyaculó salvajemente entre gemidos de placer, no podía controlarse bajo el control de Rita. No podía evitar su dominio. Rita también gozó y gimió cuando el semen brotó en potentes chorros blancos -¡Sii nene!- gimió cerca de su oreja mientras seguía exprimiendo todo el jugo del muchacho.

La furgoneta reanudó su marcha mientras Alex escondía sus genitales de nuevo, cerrando botones y conteniendo sus ganas de llorar. Rita lo observó por encima del hombro sonriendo satisfecha, en su mano derecha habían restos de leche caliente. Rita no pudo evitar excitarse y sonreir al imaginar el siguiente movimiento.

Colocó su mano frente el muchacho. -Limpia mi mano con tu lengua- ordenó secamente a su copiloto. Alex no pudo reprimir más su angustia y empezó a llorar, pidiendo clemencia y compasión. Rita detuvo de nuevo la furgoneta, con lo que el chico volvió a golpearse contra el salpicadero -¿Te quedas o te vas?- tú decides.

Alex lloraba y sus lágrimas se deslizaban por las mejillas. -Po.. por favor, te daré lo que quieras pero déjame en paz, si me bajo aquí, moriré de frio- consiguió decir entre sollozos, acurrucado en su asiento.

-¡Oh nene! me estás poniendo muy cachonda- dijo ella mientras los pezones crecían, marcándose claramente en la camiseta de tirantes. -Chupa- dijo de nuevo mientras movía su manchada mano frente la boca del muchacho. Él siguió llorando sin control mientras Rita sonreía por el placer que la situación le causaba. Alex lloraba y temblaba mientras ella balanceaba cruelmente su mano frente su cara riéndose de él.

Como no reaccionaba, Rita abofeteó al muchacho con la mano izquierda -Chupa o sigo- indicaba Rita al finalizar de abofetear al chico, y así se repitió el proceso hasta que finalmente Alex accedió.

Sin dejar de llorar, abrió la boca, sacó la lengua y empezó a chupar y tragar su propio semen, lamiendo los largos y poderosos dedos de su conductora, chupando los anillos con suavidad, tragando mientras Rita gemia de placer y se excitaba con su dominación, se levantaba la minifalda y dejaba expuesto un coño grande y palpitante totalmente rasurado, de clítoris desarrollado y labios generosos. Ella no llevaba ropa interior.

Se tocó con la mano izquierda, sus expertos dedos se daban placer, gimiendo y gozando mientras introducía los dedos de su mano derecha en la boca del muchacho hasta que no quedaban restos de semen, entonces buscaba manchas existentes en la furgoneta (salpicadero, techo, asiento) o en el propio cuerpo del chico, traspasaba el semen a su mano y la volvía a introducir en la boca de Alex entre gemidos de placer. -¡Oh si nene, con la lengua así... muy bien, no pares, trágalo todo!

Los dedos de la mano izquierda se hundían en su vagina y acariciaban su clítoris, su húmedo coño latía de placer mientras humillaba cruelmente "al hombre", su excitación crecía mientras notaba como se acercaba el orgasmo, sus gemidos se convirtieron en gritos de satisfacción y su cuerpo se convulsionó mientras olas de placer recorrían su cuerpo caliente, se corrió mientras la lengua de su copiloto se movía entre sus dedos, limpiando y tragando.

-Ahora limpia esta- indicó Rita mientras acercaba su mano izquierda a la boca de Alex, que todavía sollozaba, empezó a chupar y absorver los calientes fluidos que resbalaban por la mano de su piloto. Ella gemía mientras Alex chupaba con esmero sus dedos. -¡Oh nene! que bien chupas, así... bien!-

La furgoneta reanudó su camino, adentrándose en la fría oscuridad mientras su conductora todavía gemía excitada pensando en el siguiente movimiento. Alex se hizo pequeño en el asiento y se mantuvo en silencio mientras la mujer se subía la falda excitada.

Rita se acomodó en su asiento mientras el vehículo avanzaba lentamente por la vía, abrió sus piernas todo lo que pudo y agarró con fuerza la cabeza de su acompañante, no pudo reprimir unas potentes carcajadas.

-Ahora chupa aquí- indicó mientras tiraba de él y hundía su cara entre sus piernas -¡Oh si pequeño!- gimió al notar cómo la lengua de Alex se abría camino entre sus húmedas y calientes paredes, ella gozaba de placer mientras él sufría la humillación. La furgoneta avanzó varios quilometros mientras Rita se corría de placer una y otra vez en la boca de su acompañante, pasaron así interminables momentos hasta que Alex se desmayó agotado entre las piernas de su dominadora.

Rita lo dejó descansar en su asiento mientras su excitación disminuía tras disfrutar de increibles orgasmos. La furgoneta siguió avanzando lentamente entre la nieve bajo la oscuridad de la noche, entonces empezó a notar la necesidad de orinar y detuvo la furgoneta en el arcén con la intención de salir un momento y realizar sus necesidades, pero sus planes cambiaron al recordar al joven descansando junto a ella.

Una sonrisa cruel y malvada se dibujó en su boca mientras despertaba a su objeto sexual. -Despierta hombrecito, quiero jugar contigo- decía mientras abofeteaba a Alex. Tiró de él y pasaron los dos entre los asientos, con la ayuda de un fuerte empujón, Rita lo tumbó en el suelo boca arriba y rápidamente se sentó sobre su pecho, inmovilizándolo entre sus poderosas piernas.

-¡No me hagas daño por favor!- gritaba Alex entre sollozos, esa situación excitó a Rita -¡Oh hombrecito! no quiero hacerte daño, pero lo haré si me obligas-. La excitación de Rita aumentó al ver como el muchacho intentaba liberarse sin éxito, ella ni tan sólo apretaba fuerte, sólo estaba allí con su magnífico físico y el hombre no podía hacer nada más que llorar y suplicar como un niño mientras pataleaba y se retorcía cual gusano.

-Es un juego sencillo- indicó Rita con tono sensual mientras con su mirada penetraba cruelmente cualquier resistencia. -Tienes que tragarte cada gota de mi orina, inmovilizaré tu cabeza y me mearé en tu boca. Si una sóla gota de mi orina no acaba en tu estómago... te mostraré mi fuerza aplastándote entre mis piernas hasta que caigas K.O.- tras decir esto Rita flexionó fuertemente sus brazos y los bíceps se hincharon, creciendo poderosamente bajo su piel tatuada.

Alex tocó los bíceps de esa mujer, obligado por ella, apretó con fuerza, intentando hundir sus dedos en los músculos pero no pudo cambiar el aspecto de aquellos brazos, bajo la suave piel de mujer había músculos de acero, sus manos casi no alcanzaban a rodear los bíceps y su corazón latía con insistencia, no podía hacer nada bajo los dominios de Rita. No debería haber subido a esa vehículo.


Las carcajadas de Rita retumbaban en la furgoneta mientras gozaba de la escena, él, con expresión aterrada, miraba a la superior mujer que tenía sobre él y ella, se excitaba al ver el terror en sus ojos.

-Abre la boca- ordenó mientras colocaba su clítoris a escasos centímetros de su boca y le inmovilizaba la cabeza agarrándola fuertemente entre sus manos. Alex cumplió sumiso la órden y abrió la boca preparado para tragar.

Un enorme chorro de orina, salió a presión, llenando la boca de Alex antes de que pudiera tragar, los fluidos llenaron su boca y después su nariz, Alex tragaba pero no lo suficiente rápido, los fluidos empezaron a resbalar por su cara, salpicando el suelo y empapando su pelo. Rita tuvo que aumentar su fuerza para evitar que Alex girase la cabeza ya que se estaba ahogando, y finalmente se sentó sobre su boca mientras su orina seguía brotando a presión y rebosando por los orificios del chico.

Cuando acabó, Rita liberó al chico, quién tosía sin parar mientras tomaba grandes bocanadas de aire, su cara estaba llena de orina que resbalaba por su piel y empapaba su pelo, también elrededor de su cabeza había un pequeño charco de orina mojando el suelo de la furgoneta blanca.

Rita, furiosa, agarró al muchacho por el pelo, obligándolo a levantarse y, como si fuera un perro, le puso la cara frente al charco de orina -Mira lo que has echo, ¡imbécil! ahora está todo sucio por tu culpa. ¡No era tan difícil!- tras decirlo, empujó la cabeza del chico, aplastando su cara en el charco de orina. -¿Que te dije si no lo tragabas todo?- Alex empezó a llorar, tenía mucho miedo de aquella mujer.

-Déjame bajar aquí mismo, por favor- suplicó entre sollozos, temblando y llorando sin parar. -No pequeño, ahora ya no te dejaré salir, me quedaré contigo y gozaré de tí.-

Rita pateó el cuerpo del muchacho hasta dejarlo boca arriba, entonces saltó sobre su cuerpo, sentándose de nuevo sobre el torso del chico y sujetando sus brazos por encima de su cabeza, agarrándolo de las muñecas con sus potentes manos. Alex gritó de dolor al sentir los anillos de Rita clavarse en sus muñecas bajo la presión de la fuerza de esa mujer.

-Ahora te vas a enterar muñequito- susurró cruelmente Rita en el oído del aterrorizado muchacho, mientras ella se excitaba a toda velocidad bajo la influencia del increible terror del chaval, era un efecto sin fin, que se alimentaba a sí mismo, Rita se excitaba al sentir el terror y el miedo de su compañero, se excitaba al dominar sexualmente a su muñeco. Él en cambio se asustaba bajo el poder de aquella fuerte mujer, sentía terror por ella, eso causaba que ella se excitara más, volviéndose más agresiva, lo que a su vez atemorizaba más al jóven y el círculo volvía a empezar, la excitación de Rita era tremenda, nunca había gozado tanto dominando a un hombre como aquella vez, sentía la necesidad de poseerlo y someterlo, literalmente, convertirlo en su juguete sexual, usarlo siempre que quisiera y, si se cansaba, tirarlo o romperlo o... comérselo.

-¡Oh! chiquitín, se me ocurren unas ideas acerca de tu futuro, increibles. Mmmm.. ¡que rico!-. Tras esto, rodeó la cabeza del chico con sus piernas, atenazando también sus brazos, inmovizándolos, y lentamente empezó a cerrar sus piernas, estrechando la parte superior de chico y hundiendo su cabeza entre sus muslos, lenta lentamente, aumentando la fuerza, incrementando la presión, aplástandolo entre sus muslos de granito, los gritos y jadeos del autoestopista incrementaban la excitación de Rita, quién oprimía con fuerza la cabeza, aplastándole y hundiéndola lentamente entre sus piernas, gimiendo de placer. Los gritos dejaron de oirse cuando la boca del aterrorizado chico se hundió entre los generosos labios del sexo de Rita, quién no pudo reprimir un gemido de placer al ver los ojos del chico, abiertos de par en par, llenos de pánico.

Alex sentía la sensación de ser devorado por el coño de esa mujer, que lo absorvía lentamente mientras su cabeza crujía a punto de estallar como un melón bajo la presión de unos muslos y pantorrilas de acero, sus brazos parecían a punto de romperse o dislocarse, el dolor era tremendo, su pánico también. Desde esa posición veía el poderoso cuerpo de Rita levantarse como una montaña, sus grandes pechos se balanceaban y en la camiseta se dibujaban desafiantes unos pezones grandes y duros. Sus penetrantes ojos estaban clavados en él, brillaban de odio y una mueca burlona se dibujaba en una faz altiva y lujuriosa.

Ya no podía respirar, su nariz también había sido devorada por esos labios generosos e insaciables. Notaba como los fluidos de esa mujer descendían por su garganta. Oía los jadeos y gritos de placer de su agresora mientras tragaba sus orgasmos, múltiples y violentos. Perdió la conciencia, a causa del dolor, mientras Rita restregaba agresiva su excitado y hambriento coño por la cara de su hombrecito, los piercings que también tenía en su sexo le habían abierto heridas en la cara y partido un labio a causa de la violencia de los orgasmos.

La furgoneta arrancó e inició su marcha, desapareciendo entre la oscuridad de la noche.

Alex despertó desnudo en la parte trasera de la furgoneta, Rita conducía el vehículo lentamente, en el exterior el tiempo había empeorado, el viento silvaba y grandes copos de nieve descendían blanqueando la oscura noche. Buscó su ropa sin éxito, al estar desnudo la sensación de frio aumentó. -¿Ya has despertado nene?- la sensual voz sobresaltó al muchacho que seguía buscando su ropa en la parte trasera dela furgoneta. -Ven aquí, siéntate a mi vera- ordenó Rita.
Alex pasó entre los asientos y se sentó en la posición del copiloto, tapando con pudor sus órganos sexuales. Rita lo miró divertida, desnudo parecía un saco de huesos, Alex pesaba poco más de 60 kilos y no llegaba al 1.70 metros, era un hombre pequeño, a su lado en cambio, estaba Rita, que superaba el 1.80 y pesaba unos 87 Kilos, su cuerpo, tonificado y desarrollado disponía de potentes extremidades, musculadas y fibradas, un torso y caderas anchos, ella era una mujer grande y potente que disfrutaba de su superioridad.
-MMmmmm... que cuerpecito más rico- dijo irónicamente Rita -flexiona tus brazos, muéstrame tus músculos de macho superior- Alex cumplió la orden y flexionó sus brazos, los bíceps se hincharon creando una generosa curva de músculos. Rita los miró divertida y con su mano derecha rodeó uno de los bíceps y presionó para comprobar la dureza. El músculo se hundió bajo la presión de aquellos dedos de acero, provocando gritos de dolor en el muchacho y carcajadas de placer en la dominadora, quién repitió el proceso con el otro bíceps, que también cedió bajo la aplastante fuerza de Rita.
Ella disfrutó con la demostración de fuerza y se excitó de nuevo al comprobar su superioridad y ver el pánico, de nuevo, en los ojos rojos del chico, a punto de llorar, quién se masajeaba los doloridos brazos entre gemidos de clemencia. Rita sonrió contenta y flexionó su brazo derecho con fuerza, sus bíceps crecieron y se endurecieron creando una enorme y potentísima masa muscular. -Bésalo- agregó mientras la furgoneta avanzaba lentamente.
Alex tembló de miedo al notar la potencia de aquella extremidad dura como la piedra. Bajo la suave piel tatuada de mujer, se escondían unos durísimos músculos que Alex besó y lamió mientras Rita gozaba y apretaba su brazo contra su cara, sintiéndose superior, aumentando su excitación y gimiendo por el placer obtenido.
Alex continuaba tapando sus genitales con sus manos mientras las lágrimas volvían a brotar por sus ojos, Rita disfrutaba viendo al pequeñín sufriendo bajo su influencia. -Cruza tus brazos sobre tu cabeza- ordenó secamente Rita. -No, por favor, no me hagas nada, déjame ir- suplicó Alex tembloroso. Rita repitió su órden mirando con rabia al muchacho por encima del hombro.
Alex, tembló de terror al notar como la mirada de su compañera de viajes lo penetraba cruelmente, incapaz de moverse, congelado por el terror. Rita abofeteó cruelmente al muchacho mientras repetía su orden, y, finalmente Alex cruzó los brazos sobre su cabeza, dejando expuestos sus genitales.
-Separa las piernas- Alex cumplió sumiso la nueva orden y abrió sus piernas todo lo que pudo, dejando sus genitales totalmente accesibles. -Muy bien pequeño- susurró Rita mientras acariciaba el muslo del chico con la mano derecha mientras con la izquierda continuaba dirigiendo la furgoneta entre la oscuridad de la noche.
Alex sangraba, lloraba y temblaba mientras Rita acariciaba con fuerza su muslo, su mano se movía y se cerraba agarrando carne y piel, generando gritos y sollozos que, provocaban a su vez, el aumento de su excitación, finalmente su mano se detuvo entre sus piernas, la temperatura exterior disminuía mientras que, para Rita, el calor aumentaba.
Los experimentados dedos de Rita jugaron lentamente con los genitales del muchacho, quién no pudo contener una rápida erección. -Vamos a jugar a otro juego- indicó Rita sonriendo -tienes prohibido correrte- La polla de Alex latía excitada bajo el placer generado por esa mano, que masajeaba y acariciaba sus pelotas, generando gran placer.
Rita disfrutó y sonrió cruelmente al ver la cara de Alex, sufriendo a causa del placer, una sabrosa contradicción pensó Rita mientras su excitación iba en aumento. El miembro viril se había tornado grande y duro, palpitaba caliente mientras era acariciado por los experimentados dedos de Rita. Alex no pudo soportarlo más y descargó su potente carga entre gemidos de placer, Rita también disfrutó exprimiendo hasta la última gota de la caliente leche del pequeño.
-Has vuelto a fallar nene- susurró Rita mientras seguía exprimiendo los genitales de Alex -y debes ser castigado- agregó rabiosa mientras aumentaba la presión de su mano, aplastando su erección bajo sus fuertes dedos. Él gritó de dolor mientras intentaba inútilmente liberarse del sufrimiento infligido por su dominadora, quién continuó pajeando al autoestopista, pero cada vez más fuerte, cada vez más rápido y cada vez más doloroso.
Rita gozó al notar su tremenda superioridad frente al muchacho, ella seguía conduciendo lentamente mientras con una sóla de sus manos tenía al hombre totalmente controlado, sonrió con crueldad mientras sus dedos se cerraban con más fuerza, espachurrando el miembro y acelerando sus movimientos violentamente, cuando la mano subía, la piel se estiraba y los anillos la desgarraban mientras el glande se aplastaba a punto de explotar, y, cuando la mano bajaba, golpeaba fuertemente los huevos del chico, aplastándolos bajo un potente puñetazo mientras la piel descendía desgarrada y el glande se exponia dolorosamente.
Alex no podía hacer nada, luchaba con todas sus fuerzas, intentando abrir esa mano destructora que lo estaba llevando hacía la peor tortura, el dolor era insoportable mientras notaba como el tatuado antebrazo de Rita seguía endureciéndose, aumentando la presión y la violencia sobre la parte más sensible de su ser. Alex chillaba incontrolado a causa del tremendo calvario y Rita gemía y jadeaba entre increibles orgasmos al ver el terror en la cara del autoestopista.
Rita disfrutó del mejor orgasmo de su vida, tuvo que detener la furgoneta mientras chillaba bajo tremendas explosiones de placer, generadas al ver como la sangre brotaba de entre las piernas del muchacho, gozó al observar el estado de sus genitales, los había destrozado. Alex chillaba mientras se arañaba la cara llevado por la agonía.
Continuó su tortura entre múltiples orgasmos, su placer era proporcional al dolor que infligía, agarró con decisión lo que quedaba de los detrozados genitales de Alex y apretó con todas sus fuerzas. Los chillidos de dolor se convertían en música celestial en los oídos de la conductora que seguía disfrutando de los mejores orgasmos de su vida, mientras notaba como las pelotas de su presa eran aplastadas y trituradas entre sus anillos, la sangre brotaba a presión, las heridas crecían y la piel se desgarraba mientras la sangre brotaba en distintas direcciones.
Apretó con toda su fuerza mientras oía el crujir de los testículos de Alex al ser aplastados y triturados, retorció y apretó hasta que el último aliento en vida salió de los labios del muchacho, quien había muerto de dolor entre las manos de Rita.
FIN.

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