martes, 31 de mayo de 2011

La Diosa y el Gigoló

Un gigoló es contratado por una mujer bella y sensual con la que obtiene la experiencia más intensa de su vida sexual.

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PROHIBIDO PUBLICAR, EDITAR O MODIFICAR SIN EL PERMISO EXPRESO DEL AUTOR. ESTA HISTORIA RELATA DOMINACIÓN FEMENINA Y PUEDE CONTENER VIOLENCIA (GORE) Y SEXO EXPLÍCITO, SI NO ERES MAYOR DE EDAD O NO TE GUSTAN ESTE TIPO DE HISTORIAS, POR FAVOR, NO SIGAS LEYENDO.
AGRADEZCO CRÍTICAS TANTO A LA DIRECCIÓN DE E-MAIL COMO AL BLOG
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Durante todos mis años trabajando de gigoló / chapero / boy /stripper nunca antes había sido contratado por una diosa como aquella.

Lo normal era llegar a casas dónde; gordas, viejas o feas con dinero se abrían de piernas para ser perforadas por mi potencia sexual y mi enorme falo. Mujeres realmente asquerosas, incapaces de obtener sexo sin pagar.

Aquella mujer no era vieja ni gorda ni fea, sino todo lo contrario, una mujer de unos 30 años, alta, de curvas sensuales y cara angelical. No tuve que hacer trabajar mi imaginación para que mi polla creciera excitada. Sólo tenía que mirarla.

No hubieron palabras. La mujer me permitió pasar en la habitación y, una vez dentro, me desnudó lentamente y acarició mi musculado cuerpo entre gemidos de placer mientras se mordía sensualmente los labios.

Sus manos acariciaron mi piel y palparon mi cuerpo. Sus dedos se cerraban con deseo sobre mis músculos. Chupó mis pezones y se apretó contra mi cuerpo.

Me agarró de la nuca y me llevó a su boca, con los tacones era algo más alta que yo, noté como su lengua se introducía decidida mientras con su mano acariciaba mi polla. Me mantuvo así un buen rato, hundiendo su lengua en mi boca, saboreando mi ser mientras con sus dedos acariciaba mi polla.

Empujó de mis hombros y me sentó en la cama con la polla firme, se arrodilló entre mis piernas y, lentamente fue besando y lamiendo mi polla hasta que, finalmente, la introdujo en su sabrosa boca y la chupó con experiencia. Instintivamente la agarré del pelo pero ella me apartó las manos impidiendo que la tocara.

Chupó hasta que llegué al límite y, antes de correrme, se detuvo y apretó mi polla entre sus dedos, frustrando mi orgasmo. Me miró y se rió antes de volver a introducir mi polla entre sus labios y repetir el proceso.

Estuvo un buen rato chupando mi polla y llevándome al límite, se detenía antes de que llegara al orgasmo. Aquello la divertía, controlar mi eyaculación la excitaba pero a mi ya me empezaban a doler los huevos. Lo notó en mis ojos ya que detuvo sus mamadas.

Me empujó levemente de nuevo, tumbándome en la cama boca arriba y gateó sobre mi cuerpo hasta sentarse en mi pecho. Entonces empezó a desnudarse lenta y sensualmente. Primero se quitó la blusa y liberó sus preciosos pechos del sujetador. Las tetas parecieron saltar de alegría al ser liberadas de su mazmorras y pude ver los pezones, grandes y duros, excitados.

Luego se puso de pié (colocando sus pies al lado de mi cabeza) y se liberó de la falda y las bragas, dejando ante mi la visión de su cuerpo desnudo. Volvió a sentarse sobre mi pecho y empezó a acariciar su cuerpo y sus pechos mientras jadeaba de placer. Estaba muy buena, no se porqué pagaba, podía tener a cualquiera en cualquier discoteca.

Mis manos sintieron el impulso de agarrar aquellas tetas y frotar aquel cuerpo pero la mujer, agresiva, me agarró de las muñecas y colocó mis brazos bajo sus rodillas. Una vez inmóvil continuó acariciando su cuerpo de diosa mientras mi excitación crecía exponencialmente.

Quería tocar aquel cuerpo con mis manos, quería hundir mi polla en aquel culo precioso, quería lamer y chupar sus sabrosos pezones, quería tomarla y poseerla salvajemente pero no podía salir de debajo suyo y mis brazos estaban bien sujetos bajo su control.

Sus manos ya habían dejado de deslizarse por su cuerpo y habían encontrado algo con lo que jugar. Su mano derecha acariciaba sus pechos y pezones, mientras los dedos de la mano izquierda se abrían camino entre las rosadas paredes de su sexualidad. Todo ello sensual, erótico y lento. La lengua humedecía sus labios y sus ojos me miraban ardiendo.

Deslizó sus caderas y me acercó su sexo a la boca, pude olerlo y notarlo, saqué mi lengua con la intención de lamer y saborear aquel coñito precioso pero entonces lo apartó un poco más, levanté la cabeza para llegar a él pero, de nuevo, lo alejó de mí con una sonrisa en la cara.

Podía ver su coño a pocos centímetros de mi boca y deseaba saborearlo, pero ella jugaba conmigo alejándolo de mí cada vez que intentaba lamerle el coño. Me sentía frustrado y estaba ansioso por poder follar a aquella mujer, tan cercana y a la vez tan intocable.

Aquella mujer había despertado el deseo en mí e intenté tomar el control, apartarla de encima mio y penetrarla con furia, follármela y descargar dentro de ella... no pude apartarla de encima, creo... que ni tan solo se dio cuenta de mis intenciones, continuó masturbándose a pocos centímetros de mi boca alimentando así mi deseo de tomarla.

Momentos después sus ojos se cerraron, su cuerpo tembló y múltiples orgasmos recorrieron su cuerpo generando olas de placer, yo miraba aquello encendido pero incapaz de tomar partido.

Se llevó sus húmedos dedos a la boca y limpió sus dedos con pasión mientras me miraba fijamente con los ojos entrecerrados. Mi polla temblaba impaciente por penetrarla mientras su olor invadía mis sentidos.

Giró su cuerpo, colocándose de cara a mi pies, en posición de 69. Me alegré enormemente al poder ver aquel sabroso, dilatado y húmedo coño presentarse abierto ante mi boca.

Saqué la lengua y estiré el cuello para poder llegar a saborear aquella excitante mujer. Podía oler su aroma y notar el calor que su sexo desprendía pero, de pronto, cerró las piernas y mi cabeza quedó prieta contra sus muslos, inmóvil a pocos centímetros de lo que se estaba convirtiendo en una obsesión.

Usé mis manos para abrir aquellas piernas que aplastaban dolorosamente mi cabeza sin éxito. Podía notar, bajo aquella piel suave y tersa, unos músculos duros y potentes contra los que con mis brazos no podían luchar.

Agarró mis muñecas y llevó mis brazos contra mis costados, inmovilizándolos de nuevo bajo su control. Luché para liberarme pero ella estaba en mejor posición para someterme bajo su cuerpo.

-Estate quieto putita- me dijo antes de aumentar la presión en sus muslos y aplastar dolorosamente mi cabeza con ellos. No pude hacer nada para aliviar el dolor ya que sus dedos continuaban clavándose en mis muñecas, inmovilizando mis brazos en mis costados mientras sus piernas me robaban el aire..

Me sentí aliviado cuando liberó su presión y mis pulmones pudieron llenarse de nuevo con oxígeno.

-Suéltame- le ordené balbuceando cuando hube recuperado el aliento.

-No- contestó seca y autoritaria.

-Eres mi putita y te voy a follar todo el rato que quiera- agregó antes de introducir de nuevo mi polla entre sus labios carnosos.

No pude evitar soltar un gemido de placer al notar aquella lengua recorriendo mi piel. Mi cabeza seguía sujeta entre sus muslos y podía ver su ardiente coño palpitar a pocos centímetros de mi boca. Su aroma era intoxicante y perturbador. El placer inundaba mi cuerpo mientras aquella experimentada mujer chupaba y lamía mi polla con gran maestría.

El placer aumentaba y notaba como el orgasmo inundaba mi ser. Mi piel temblaba, listo para eyacular litros de leche. Mis glándulas se abrían listas para liberar mi esperma con fuerza. Cerré los ojos, listo para disfrutar de una buena corrida en la boca de aquella diosa.

Lo notaba llegar y ella también. Tensó su cuerpo y sus muslos se cerraron de nuevo con fuerza alrededor de mi cabeza, aplastando mi cráneo e impidiendo que mis pulmones recibieran aire a la vez que sus dientes se clavaban en mi polla impidiendo la eyaculación.

El placer que hace pocos segundos inundaba mi cuerpo se había convertido en un gran dolor. Tuve que tensar mi cuerpo y forzar mis músculos para contrarrestar su presión y no acabar destrozado entre sus piernas mientras intentaba, sin éxito, respirar y liberarme de aquella tortura.

Segundos más tarde, relajó su cuerpo y pude, por fin, respirar. Me sentía mareado y falto de oxigeno. Tomé grandes bocanadas de aire mientras ella se reía a carcajadas.

-¿Te gustaría correrte en mi boca verdad putita?- me preguntó tras liberar mi polla de entre sus dientes.
Me sentía cansado, excitado y dolorido. Una mezcla extraña de sentimientos contradictorios me invadía mientras aquella mujer me utilizaba para sus caprichos.

-Me encanta comer pollas, pollas duras y cargadas de leche- dijo antes de lamer lentamente mi glande con la punta de su lengua.

Seguía prisionero de su cuerpo y esclavo de sus deseos. Intenté de nuevo liberarme pero, estaba demasiado cansado para conseguirlo. Revolví mi cuerpo, patelé y le ordené me soltara con el aliento que me quedaba pero sólo conseguí que la mujer tensara de nuevo su cuerpo. Noté como sus dedos se clavaban en mis muñecas mientras sus muslos se apretaban con fuerza aplastando mi cabeza e impidiendo el paso del aire.

Sentía como mi ego masculino desaparecía bajo aquella humillación. Tenía sobre mi a la mujer más bella con la que me había acostado jamás y era incapaz de disfrutar de aquello. Me sentía utilizado, violado por aquella belleza que me agobiaba y me excitaba hasta límites jamas conocidos.

Introdujo mi polla en la boca y la chupó con energía mientras continuaba estrangulándome entre sus piernas.

Relajó la presión justo antes de que perdiera la conciencia. Sus labios continuaron deslizándose por mi polla alimentando mi excitación y la cantidad de semen de mis huevos.

Vencido, me descubrí a mi mismo llorando y suplicando clemencia a aquella mujer, mientras ella, continuaba disfrutando chupando mi polla y apretándome contra su cuerpo..

-Por favor, basta- supliqué entre lágrimas.

-¡Oh! mi putita está llorando ¿te duele algo putita? ¿demasiada mujer para tan poco putita?- preguntó entre mamada y mamada pero no se detuvo. Continuó disfrutando de mi sexo. Chupando, lamiendo y besando mientras me mantenía bajo su poder.

Mis súplicas no cesaron pero ella las ignoró y aumentó el ritmo con el que disfrutaba de mi sexo mientras yo hacía los mismo con el volumen de mis quejidos.

-¡Calla y chupa!- gritó la mujer a la vez que me liberaba y se abría de piernas ante mi cara, sus ojos me miraban llenos de odio. Durante unos segundos pensé que la humillación y el dolor habían acabado y que ya podía disfrutar de aquello. Usé mis manos para separar su nalgas, saqué la lengua y me preparé para saborear aquel coñito que olía tan bien.

La mujer se sentó de repente sobre mi cara, hundiendo mi lengua en su agujero del culo a la vez que inmovilizaba mis brazos, de nuevo, bajo su cuerpo.

-Chupa, besa y limpialo todo bien con tu lengua- me ordenó una vez recuperó el control de la situación, pero yo no tenía intención de rebajarme más. Aquello había acabado.

-Ahora verás zorra!- grité entre sus nalgas (no se si lo oyó).

Decidido y enfadado, usé todas mis fuerzas para apartar a aquella mujer y terminar con aquella humillación Casi lo había conseguido cuando, de repente, un dolor agudo en mi escroto recorrió mi cuerpo y me hizo gritar como nunca.

Estaba aplastando mis pelotas con sus manos, generando un dolor increíble.

-Besa mi culo o te arranco los huevos- sus ojos, ardientes me miraban por encima de su hombro mientras sus manos se cerraban sobre mi escroto y sus uñas desgarraban mi piel.

Besé su culo, lo llené de besos mientras mis lágrimas mojaban mis mejillas.

-Muy bien putita-

Yo continue besando con ansia aquel culo mientras ella continuaba aplastando mis huevos.

-Ahora lame, mete tu lengua profundamente en mi ano y lame, limpia y chupa- ordenó a la vez que disminuía su presión sobre mi escroto.

Respiré y recuperé fuerzas. Aquello no me gustaba, me sentía violado y humillado por aquella mujer contra la que no podía vencer. Reuní valor y me planté.

-No pienso hacerlo, ¡suéltame ya! No conseguirás que siga cumpliendo tus deseos- contesté en un tono autoritario.

-¡¿Ah no!? ¿ya veremos?- respondió antes de aumentar la presión en mi escroto. Ambas manos se cerraban con fuerza, aplastando mi sexo entre sus dedos.

-Hunde tu lengua en mi culo si no quieres quedarte sin huevos!- ordenó aquella mujer mientras el dolor recorría mi cuerpo.

Incapaz de soportar tanto dolor, acaté sus deseos y hundí mi lengua en aquel ano y chupé, lamí, besé y limpié cada milímetro de su culo con mi lengua.

Ella gimió y disfrutó y, lentamente fue abriendo sus manos y liberándome de aquel dolor.

-Muy bien putita, sique así no pares... Mhhh. Más profundo, si... sigue...oh! muy bien ¿te gusta como sabe mi mierda? jajaja. No pares chupa oh si!.-

No paré de lamer aquel culo. Mi lengua se introducía profundamente y lamía con ganas aquel culo redondo y duro mientras la mujer se aceleraba cada vez más, perdida en los placeres carnales.

Poco a poco sus movimientos fueron acelerándose hasta convertirme en el objeto a follar. inmóvil entre sus piernas con la cabeza hundida entre sus nalgas mientras ella se frotaba con furia sobre mi cara. Aquello era agónico y asfixiante.

La humillación y el dolor eran inaguantables pero aumentaron varios niveles cuando agregó mi polla en su boca a la tortura recibida.

Chupaba mi polla con ansia y experiencia, impidiendo en todo momento que eyaculara. Manteniéndome siempre en un estado de ansiedad en el que nunca antes había estado.

- Ahora voy a follarte putita- me dijo antes de recolocar su cuerpo sobre el mio. Intenté evitarlo pero tan débil y cansado no pude evitar ser dominado de nuevo por aquella mujer. Sus dedos se clavaron de nuevo en mis muñecas y cruzó mis brazos sobre mi cabeza.

Rodeó mi polla con su coño y dejó que se deslizara hasta el final. Repitió el proceso lentamente, mirándome fijamente a los ojos con una sonrisa en los labios. Lentamente fue acelerando el ritmo hasta que cerró los ojos y me montó con ganas.

Tardé poco en explotar y soltar toda mi reprimida leche dentro de aquella mujer. Fue el orgasmo más grande y potente que nunca en mi vida había tenido. Ella continuó galopando con furia sobre mi cuerpo, asegurándose de ordeñar hasta la última gota de mi ser mientras, exhausto, me recuperaba mareado entre sus muslos.

-Muy bien putita. Suéltalo todo- dijo la mujer mientras bombeaba sobre mi cuerpo. Luego me presentó frente a la cara su coño dilatado y empapado en mi leche.

-Ahora chupa puta. Quiero que lo dejes todo limpio. Trágalo todo- agregó antes de sentarse sobre mi cara, aplastando su sexo en mi boca a la vez que colocaba mis brazos, de nuevo, inmóviles bajo sus rodillas.

Yo no pensaba tragar aquello, de ninguna manera iba a dejar que aquella mujer me humillara más pero, de nuevo, estaba indefenso bajo su control y no pude hacer nada para evitar que aplastara mi cara contra su sexo bañado en litros de jugos.

Me agarró del pelo y apretó mi cara con fuerza entre sus piernas mientras sus carcajadas resonaban en la habitación. -Así me gusta putita, saca la lengua, chupa y traga- agregó en tono agresivo. -ohhhh... que bien-.

Nuestros jugos sexuales rellenaron rápidamente todos mis orificios y me sentí obligado a chupar y tragar para poder respirar. No hubo opción para luchar ni posibilidad de evitarlo. Si quería respirar, tenía que tragar.

Pasé un buen rato, luchando por respirar bajo aquella mujer mientras lamía y tragaba sin descanso. Podía escuchar sus jadeos y gemidos mientras frotaba excitada su vagina contra mi cara. Momentos antes luchaba por poder lamer aquel coño y, ahora luchaba por alejarme de él.

No podía respirar y me encontraba exhausto. Noté como todo su cuerpo se tensaba y temblaba, como sus manos apretaban con fuerza mi cabeza contra su coño y como sus jugos rellenaban mi boca y se deslizaban por mi garganta.

Tuve que continuar chupando y lamiendo varios minutos antes de que me liberara de aquella violación a la que estaba siendo sometido. Si, aquella era la palabra, me sentía violado por aquella mujer.

La oí andar y encerrarse en el baño. Me sentía vacío y exhausto. Nunca antes me había sentido tan cansado, destrozado y apalizado en mi vida.

Poco a poco fui recuperando la fuerza y me incorporé en aquella cama, que había cogido mi forma. Las mantas estaban pegadas a mi piel a causa del sudor. Con un gran esfuerzo conseguí desmoldarme de aquel colchón y quedarme sentado. Recuperando fuerzas.

La puerta del baño se abrió y apareció de nuevo aquella mujer. Quería matarla, pero estaba tan cansado y asustado que no hice nada. Me quedé allí mirándola.

Mi corazón se aceleró y creí morir al ver aquella polla de goma colgar de entre sus piernas. Sus ojos ardientes me miraban fijamente mientras se acercaba lentamente hacía la cama balanceando aquel pollón entre sus piernas.

-Se que lo quieres.- me dijo al comprobar mi expresión de asombro e incredulidad.

-Pídemelo, dime que quieres que te folle putita. Demuéstrame lo mucho que quieres ser follado por mi gran polla.- agregó entre risas.

Aquello no lo iba a tolerar. Antes estaba en inferioridad pero ahora... Ahora no iba a permitir que aquella mujer me humillara más. Ya no estaba indefenso, ahora podía utilizar mi fuerza para evitarlo.

-Aquí, la única zorra eres tú y no pienso dejar que utilices eso conmigo.- dije tras ponerme de pie. Con la intención de intimidarla.

Aquella mujer avanzó un par de pasos, se agarró la polla y me miró fijamente a los ojos.

-Mejor te arrodilles y la chupes para lubricarla o sino tendré que hundirla seca y sin lubricación en tu culo prieto. ¿Eres virgen putita?-

La ignoré y cogí mis cosas, decidido a salir de allí. Ella estaba en medio de mi camino y no quería apartarse así que la empujé pero, ella me agarró con fuerza de la muñeca, retorció mi brazo en mi espalda y me empujó contra una de las paredes.

Asustado, comprobé que no tenía opción, luché y la golpeé con otro brazo (el libre), pero también lo acabó retorciendo en mi espalda, inmovilizándolo junto al otro.

El temor inundó mi ser al verme de nuevo indefenso a manos de aquella mujer que me mantenía prieto contra una pared y retorcía dolorosamente mis brazos. Yo gritaba y lloraba, totalmente vencido por ella.

-Pídemelo putita- me decía una y otra vez mientras retorcía mis tendones y me causaba un gran dolor.

-Pídeme por favor que te folle por el culo como la puta que eres.- decía una y otra vez mientras aumentaba la presión en mis brazos.

El dolor era tremendo y yo sólo podía llorar y suplicar clemencia a aquella mujer. Acaté sus órdenes y le grite que sí, que sí quería.

-¿Sí qué?- me preguntó la mujer -dímelo-

-SIII, POR FAVOR, FÓLLAME POR EL CULO COMO LA PUTA QUE SOY- grité entre lágrimas mientras notaba como los tendones de mis brazos estallaban bajo su presión.

-Muy bien putita-

Empujó mi cuerpo y me llevó hacia la mesa, manteniendo, en todo momento, mis brazos dolorosamente cruzados en mi espalda. Se colocó entre mis piernas, reubicó mis brazos (para poder tenerlos sujetos con una de sus manos) y, con la mano libre separó mis nalgas y colocó la punta de su polla en mi cerrado y prieto ojete.

-Pídelo por favor de nuevo- me dijo unas vez más.

Yo apreté los dientes y me negué a seguir con aquella humillación. No pensaba darle aquel placer.

Aumentó la presión y retorció un poco más mis brazos, causando un gran dolor. Grité como un loco mientras las lágrimas de dolor inundaban mi cara.

-No te he oido- agregó mientras aumentaba la presión.

-SIII, POR FAVOR, FOLLAME EL CULO, QUIERO SENTIR TU POLLA DENTRO DE MI!.

La mujer se rio y disfrutó de mi humillación mientras su polla se abría camino hacía las zonas más inexploradas y vírgenes de mi cuerpo. Noté como mi culo se dilataba dolorosamente y como, lentamente, iba destrozando mi ser.

Introdujo la polla hasta el final y luego la retiró también lentamente. Repitió el proceso, aumentando el ritmo poco a poco hasta llegar a sentirme follado por un toro.

No se cuanto tiempo pasó pero para mi fueron horas. Un interminable dolor, solamente superado por la humillación de ser violado por una mujer con cuerpo de diosa.

Retiró aquella polla de mi culo y sentí un gran alivio al pensar que todo había acabado.

-Ahora te voy a regalar la experiencia más orgásmica de tu vida- me dijo antes de introducir uno de sus dedos por mi ojete y jugar con mi punto G.

El orgasmo fue tan poderoso que perdí el conocimiento allí mismo. No se cuanto tiempo estuve inconsciente pero al despertar ya estaba sólo. La mujer se había ido sin pagar (ni a mí, ni al hotel). Tampoco pagó el médico ni la operación para reparar los daños sufridos en mi cuerpo...

Pero yo si pagaría por repetir los mejores orgasmos de mi vida con aquella diosa.

FIN

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